Tuesday, November 07, 2006

Crónicas del Festival BUE: Patti Smith en Argentina

Después de 30 años de espera, el viernes 3 de noviembre en el Club Ciudad de Buenos Aires se produjo el encuentro entre el público argentino y una de las artistas vivas más míticas de la historia del rock. Pero vayamos por partes, o, mejor dicho, por orden.
Por suerte, a la salida del trabajo alcancé rápido un colectivo que me dejó en las inmediaciones del lugar, y llegué a tiempo para ver a las 18:15 el primer número de la tarde, una banda platense que poco a poco va teniendo más proyección y seguidores: Él Mató A Un Policía Motorizado. Nunca los había escuchado, y la sorpresa fue agradable, ya que su rock bien potente pero con sentimiento lograba atrapar al público a pesar de que casi no se le entendía la dicción al cantante (quien, por suerte, no mantiene ninguna pose pretendidamente carismática y falsa). El primer tema (“Chica rutera”, si no me equivoco) fue un fabuloso despliegue de fuerza guitarrera y sensibilidad rockera. El resto de su show siguió en esa línea, aunque nada podía superar ese comienzo. Este recital tuvo lugar en una carpa, el escenario “tent”, así que apenas terminó salí al escenario principal, el que estaba al aire libre, para ver a las 18:50 a los marplatenses Dios Los Cría. Su rock resultaba más tradicional y más para estadios, para “gran público”, pero me atrajo menos. Así que volví a la carpa para ver a las 19:15 a Interama, que, en mi escala de apreciaciones, fue mejor que el segundo grupo pero no tan bueno como el primero. Hay que decir que la disposición de los escenarios era pésima: si alguien estaba tocando en el escenario principal al aire libre, esa música también se escuchaba adentro de la carpa, así que el grupo del escenario “tent” prácticamente tenía que esperar a que dejen de tocar los del escenario grande para ser oídos. Nada más puedo decir de estas primeras bandas: no las conocía de antemano y no retuve el nombre de ninguna canción. Además, con lo que vino después, el recuerdo de estas primeras horas se volvería difuso.
Dejé definitivamente la carpa para posicionarme bien adelante en el campo frente al escenario principal, ya que había oído que el grupo yanqui Elefant (que tocaría ahí a las 20) era una banda interesante, y además quería estar lo más cerca posible del escenario para el show siguiente. El cantante de Elefant se valió del dato anecdótico de ser hijo de cordobeses para desplegar una insoportable demagogia, pateando pelotas al público (uy, patea pelotas, sabe que nos encanta el fútbol!!!), tirando remeras autografiadas a la gente (una voló cerca mío y casi la agarro, aunque dudo del valor que habría tenido esa prenda para mí) y haciendo subir al escenario a cinco chicas del público para que coreen el estribillo de un tema. Cerca mío estaba Coca (la cantante de la banda argentina The Calefons, aunque yo no lo sabía en ese momento). Le dije que lo que harían estas muchachas no se compararía con “Me gusta el tenis” (la ridícula/genial canción que ella había subido a cantar al escenario en el recital de Devendra Banhart dos días antes) y ella agradeció la alusión riendo. Volviendo a la apreciación musical de Elefant: la voz del cantante se escuchaba poco, él no ponía fuerza, cada tanto se quedaba mirando fijo al público para generar histeria femenina pero sin ningún verdadero asidero artístico que la justificase y, para colmo, en un momento de una canción hizo callar al público con un “Shhh” que volvió locas a las mujeres y que generó una expectativa que no se vio satisfecha musicalmente, ya que luego la canción siguió como si nada, sin ningún tipo de explosión particular. Conclusión: 1- la banda no tiene nada de especial; 2- el cantante ni siquiera tiene la presencia de alguien como Robbie Williams, que tampoco me cae muy bien musicalmente pero al menos despliega algo de fuerza y carisma en un recital. Este Diego García tiene miles de fans sólo porque es mínimamente pintón y está arriba de un escenario. Ése es mi juicio actual; si en algún momento escucho algo bueno o movilizante de esta banda cambiaré de opinión.
A continuación, una media hora de espera para ver a Patti Smith, la Poetisa del Rock, la Diosa de las Diosas, la Chamana Hambrienta, la Reina del Escenario, la Sabiduría Hecha Música, una sesentona que es al mismo tiempo una punk que parece hippie y una hippie que parece punk. No sé si queda claro que cuando la vi aparecer en el escenario a las 21:45 tuve una epifanía artístico-mítico-musical sólo comparable a la que sentí cuando vi a U2 en 1998 y a Neil Young en 2001, otros dos artistas a los que también esperaba con ansias y nunca habría imaginado que vería a pocos metros, sin mediación de pantallas de ningún tipo. Bueno, volviendo a Patti Smith, esta joven de 59 años se presentó con un poncho y un sombrero cuasi-IndianaJonesco, agarró una guitarra acústica y empezó los acordes de algo que sonaba como “Beneath the southern cross”, un apacible y hermoso tema de su álbum “Gone again”, con el que volvió a la música en 1996 después de varios años de ausencia. Pero ¿era posible que fuese esa canción, justo uno de los primeros temas suyos que conocí, un no-hit que parecía un regalo para mí? “Oh… to be” cantó ella, y se confirmó que era esa canción nomás. El precio de la entrada ya se había recuperado con creces, pero, por supuesto, todavía faltaba que Patti desplegase toda la fuerza escénica que la hizo famosa. En efecto, al terminar la canción se sacó el sombrero y el poncho y quedó vestida con una camisa blanca con flecos y un saco negro, es decir, la misma indumentaria con la que apareció en la portada de su revolucionario disco debut, “Horses”, hace aproximadamente 30 años. Y la canción que sonó era de ese álbum, el cuasi-reggae “Redondo Beach”, el primero de los hiperclásicos de la noche. La banda era austera (un guitarrista, un bajista y un baterista, y cada tanto algún toque de piano) pero sonaba fabulosamente bien. Y el público deliraba, pero la verdadera potencia se encendió con “Free money” y su irresistible crescendo. Ése fue EL pogo del año, un pogo verdaderamente pleno y feliz. Y, como si no fuera suficiente, lo siguiente que se oyó fue un riff de guitarra que la hinchada argentina conoce bien: el de “Gimme shelter” de los Rolling Stones. “War, children, it’s just a shot away” cantaba Patti, como si los Stones hubiesen escrito la canción para ella.
A continuación, el piano dio comienzo a “Pissing in a river”, y, otra vez, yo no podía creer que ella estuviese tocando todos temas que conozco, cuando podía haber hecho un concierto entero con cosas desconocidas por mí. En el medio del tema, Patti abrió los brazos y el clima pareció obedecer a sus intenciones, porque instantáneamente una ráfaga de viento desplegó su cabellera y tensó sus ropas, formando una silueta mítica que, si la planeaba, no le salía. Luego vendría uno de los pocos hits de su repertorio: “Because the night”, coescrita con Bruce Springsteen, uno de los temas más coreados de esa tarde-noche y un ejemplo de cómo una canción puede ser bien romántica y poderosamente rockera al mismo tiempo. El recital siguió con “Rock and roll nigger”, otro clásico de su repertorio. La Poetisa del Punk no sólo cantaba y tocaba la guitarra, también daba vueltas bailando con una felicidad evidente al ver que el público disfrutaba.
Después vino “Peaceable kingdom”, tema lento dedicado a su fallecido esposo, el también músico Fred “Sonic” Smith. Fue la única canción que tocó de su último álbum, y por mí podría no haberla tocado, así en su lugar podríamos haber escuchado un verdadero clásico moderno como “Summer cannibals”. Pero no me puedo quejar, sobre todo cuando, al terminar el tema, quedó enfrente del sector donde estaba yo. Lentamente, se llevó la mano al corazón un tanto conmovida por los gritos de admiración del público (algún desaforado gritó “We love you!”, pero no me miren a mí). A continuación se agachó y empezó a gatear sobre el escenario, para luego levantarse y mandarse con “People have the power”, durante la cual vino la obvia diatriba anti-Bush y el “mensaje para el público”: “Ustedes no deben trabajar para el gobierno y la Iglesia. ¡Ellos deben trabajar para ustedes!”. Suena muy hippie, pero si estaban ahí no les parecía tonto, sobre todo por la fuerza de la música. Al terminar la canción, Patti rompió una a una las cuerdas de su guitarra, lo cual fue catártico y mítico pero también despertó la tristeza de saber que el concierto estaba llegando a su fin. Efectivamente, lo siguiente que se escuchó fueron las primeras palabras del primer tema de su primer álbum: “Jesus died for somebody’s sins but not mine”, o sea, la particular reescritura que ella hizo del “Gloria” de Van Morrison & Them!. Por si hay gente que no conoce a Patti Smith ni a Van Morrison, aclaro que este “Gloria” no es el tema disco popularizado por Gloria Gaynor, sino un rock más oscuro y potente que solían hacer también los Doors. Y con ésa, su canción más mítica, cerró el show, un recital que todos los presentes recordarían siempre.
Este concierto había durado sólo una hora, así que todos gritábamos para que volviese Patti al escenario, pero nuestra ilusión desapareció cuando los plomos empezaron a desmontar los instrumentos. Hubo abucheos generalizados a estos tipos que, pobres, sólo cumplen su trabajo, pero los abucheos se convirtieron en aplausos cuando trajeron la bandeja de DJ que usarían los Beastie Boys, que era el número siguiente. Tan rápido se olvidan de la señora Smith... Faltaba una hora para ese siguiente recital, pero el tiempo pasó increíblemente rápido. A las 23:45 hizo su aparición un corpulento y elegantemente trajeado DJ que forma parte actual de la banda, y durante unos minutos refutó la hipotética idea de que un DJ no es un artista. Era interesante verlo poner, sacar y mover discos para generar esos sonidos típicamente hip hop. Y en seguida salieron al escenario los Beastie Boys (es decir, un clon de Ben Stiller, un clon de Juan Di Natale y un tercer integrante al que no le pude encontrar un parecido con nadie para completar este paralelismo). Hablaron, rapearon, hip-hopearon y el público saltó como nunca. Yo suponía que eso iba a pasar y, antes de que me hiciesen pelota en un recital por el que no me interesaba morir, me fui alejando del escenario hasta llegar a un lugar más calmo entre el público. Y no puedo describir canciones, porque no las conozco ni las sabría diferenciar. El género no me gusta tanto, pero admito que son buenos en lo que hacen y generan diversión, no sólo con sus intrincadas letras, sino con los diálogos entre canción y canción (diálogos entre ellos y con el público). Lo más interesante vino al final, cuando los tres miembros principales se calzaron instrumentos (guitarra, bajo y batería) para mandarse un par de clásicos de su repertorio como si fuesen una verdadera banda de rock y no sólo tipos que rapean sobre bases que pasa el DJ, como había sido el recital hasta ese momento (aunque, repito, esa parte también había estado buena más allá de mis preferencias).
Y así terminó su show, una hora y cuarto de potencia, pero potencia entendida en un sentido distinto que el del recital de Patti Smith. Qué quieren que les diga: me sigo quedando con ella. Tuvimos entre nosotros a una leyenda del rock que demostró ser tan vigente e intensa como en sus comienzos, pero con una sabiduría que uno podía ver en cada una de las arrugas de su cara. My sins, my own, they belong to me…

11 comments:

Anonymous said...

gracias, gracias, gracias!
me quedé con muchas ganas de ver a devendra, así que leer tu crónica me acercó al sentimiento de estar ahí!

abrazos!

mariana k

pd. conozco al sr. cínico?

Mundo del Cinismo said...

Claro que sí. La próxima vez que nos cruzamos develo mi identidad. Y a todo esto, Merrick, urgente la historia del disco de Patti Smith y Patty Smith

Fede / Billie said...

Muy completa la crónica.

El tercer Beastie-Boy parecía Nacho Goano, de CQC.

Patti Smith fue lo único realmente groso esa noche. Lo demás, entre lo predecible (BB) y lo insoportable (Elefant). Aunque "Lolita" es un buen tema :P

Saludos!

Anonymous said...
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Anonymous said...

che, y veo que a vos te gustó mucho Patti!
Yo fui al festival completo y tendría que haber hecho mi crónica antes de tener esta "EDP", porque después de eso, me fue imposible hablar de otra cosa. Fue casi como un "eraser".
Dos cosas: 1ro. para mi los Beasties son Di Natale (no hay dudas), Ben Stiller puede ser pero con el uniforme adidas rojo de los hermanos Tenembaun y el pabre de Marti McFly (back to the future, por si hace falta)
2do. Me resultó muy familiar tu modo de describir las cosas. Ojo familiar en cuanto a que encontré muchos puntos en común con mi forma de describir las cosas: con sentimiento y emoción, quizá exacerbado, y reconozco que quitandole un poco de objetividad. Pero quién quiere leer algo chato, que no te transmita nada, aunque sea para vivirlo intensamente a traves de los ojos ajenos? Para eso leo el Sí, que siempre hay algún Niembro del R&P que dice las mismas necedades, pero sin Clos que grite cada tanto un "pero que lindo, qué lindo Perez Lindo" o el clásico "es un buen momento Don Niembra".
Saludos y te espero de vuelta cuando quieras.

Anonymous said...
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Anonymous said...
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Anonymous said...
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Anonymous said...
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Exiliarme said...

Gracias por hacerme revivir esa noche.
Esperemos que los rumores sean ciertos y venga en unos meses 💗

google said...

Quelle est la taille de la source de ces grandes données? google Quelle quantité de données puis-je obtenir, car je soupçonne กูเกิล que ce contenu substantiel a été supprimé de la base de données?