Miércoles 1° de noviembre: el niño mimado del folk-rock independiente, Devendra Banhart, tocaba por primera vez en Argentina, pero en un ambiente algo extraño para él: la disco Crobar, un lugar más “cool” que hippie, y a 100 pesos la entrada. Pero bueno, el que lo conoce sabe que no puede dejar pasar la oportunidad y debe resignarse, desembolsar esa cantidad y dirigirse a ese ambiente poco idílico, como hice yo. A las 19:40, mientras hacía la cola para entrar, Devendra salió de la disco y se metió en una camioneta. “¿Adónde vas, Devendra?” le preguntaron unos fans. “Me voy a bailar” respondió chistoso y se fue. Evidentemente, el show no empezaría a las 20 hs, como estaba previsto.
Adentro me encontré con un amigo (llamémosle “Mr. Cínico” para resguardar su privacidad) tan melómano como yo, pero la diferencia de clases nos separaba: él estaba en el sector VIP, con silloncitos, sándwiches, bocadillos y bebida gratis, pues había sido invitado por una amiga que tenía algún parentesco con alguien de la empresa organizadora, mientras que yo estaba “abajo”, en la parte de los que habían pagado. Pero fue mejor, porque me encontré con una conocida muy buena onda (llamémosla “Melanie”), quien a su vez se encontró con un conocido suyo que también era muy buena onda (llamémosle “Fan N° 1 de Devendra”), y entre los tres hicimos el aguante hasta que empezara el show. Aprovechamos para acercarnos lo más posible al escenario, mientras entre el público se corría la voz de que después del recital Devendra se iría a tocar a Niceto. Finalmente, a las 22:10 subió el Artista con sus músicos y empezaron a tocar una zamba que, según dijo, acababan de componer. A continuación vino el obligado saludo, que incluyó unas graciosas disculpas (todo en español, porque el tipo vivió en Venezuela): “Nos encanta estar acá, en Argentina, pero la verdad que el lugar... no tenía idea de dónde iba a tocar...”. El público le confirmó sus impresiones gritando “¡El lugar apesta!”, así que Devendra siguió en su plan captatio benevolentia: “Si la pifiamos, dennos otra oportunidad para cuando volvamos y ahí sí, tocaremos aunque sea en un árbol”. Aplausos, por supuesto. Al principio, el sonido se escuchaba un poco bajo (no para mí, que estaba prácticamente adelante de todo), pero alguién del público rugió “¡Volumen!” y el propio Devendra se agachó a subir las perillas de sus equipos.
A continuación, el tipo desplegó sus bellas melodías con letras minimalistas, como la de la sugestiva “Heard somebody say” (“It’s simple... we don’t want to kill”) y mi favorita, “Hey mama wolf”, que culminó, como corresponde, con el tipo aullando. “That’s a wolf!” aclaró, por si hacía falta. También interpretó varios temas de Vetiver (la banda paralela que mantiene con alguno de los músicos con los que vino), como “You may be blue”, “Los pájaros del río” y “Find shelter”, algunos de los cuales los cantaron otros miembros de la banda. Y tampoco faltó, por suerte, el gran “This beard is for Siobhan”, con su estribillo que repite “A real good time, good time, good time...” y que logra, justamente, hacer pasar un GRAN momento al público. Como en todo el recital, bah.
Estando la disco debajo de las vías del tren, cada tanto se escuchaban pasar los vagones, pero para mí ese ruido no desentonaba para nada con el feeling del momento. Entretanto, la comunicación con el público seguía: “¿Cómo dicen en español “pain in the ass”? Algo con los huevos, ¿no?”. El público le respondió “¡Dolor de huevos!”, pero él no entendía: “¿Montón de huevos? ¿Olor de huevos? No, gracias…”. La interacción era siempre en castellano (idioma que maneja por haber vivido en Venezuela), salvo cuando viró al inglés para no quedar tan guarango al decir que el símbolo del Personal Fest “looks just like a dick”.
Volviendo a la crónica musical, otros temas interpretados durante la noche fueron “Little yellow spider”, “Long-haired child”, “Bluebird” y la gran “I feel just like a child”. La banda parecía desempeñarse con toda la onda y pericia de los Grateful Dead, The Band o cualquier grupo de ese estilo de fines de los 60s y comienzos de los 70s. Lo más curioso vino cuando el tipo preguntó si alguien del público escribía sus propias canciones para ofrecerle subir al escenario a cantarla (parece que suele hacer este extraño ofrecimiento en todos sus recitales). La privilegiada fue una tal Coca, que después me enteré que forma parte de la banda argentina “The Calefons” (Las Cálefon, para los amigos), y el tema de esa banda que cantó, acompañada por Devendra en guitarra, fue “Tenista” (que todos los presentes que no conocíamos a las Calefons recordaremos simplemente como “Me gusta el tenis”, ya que eso es lo que decía el 80% de la letra). Digamos que esta muchacha me hizo sentir un 10% de vergüenza ajena y un 90% de admiración, y esas sensaciones encontradas también las generó en el resto del público. Devendra dijo que era la mejor canción que había oído de alguien del público en esta gira.
En el medio del recital se abrió una parte del techo del local, lo cual generaba una rara sensación de tener el cielo sobre nuestras cabezas a pesar de estar en un lugar cerrado. Mientras, Devendra seguía bromeando: “¿Sabían que aquí hizo su debut como cantante Atahualpa Yupanqui? Y el lugar no ha cambiado nada desde entonces…” Sí, el tipo es fan de Yupanqui y de otros del folklore argentino, de hecho también dijo “Gracias por haber venido aquí cuando podrían estar en el Colón escuchando a Mercedes Sosa… Si nosotros no estuviéramos tocando ahora, estaríamos allí también.”
Finalmente, a la hora y 10 minutos de haber comenzado el recital, el visitante ilustre dijo que iba a tocar un par de temas más y luego iba a tomar unas cervezas con el público argentino, así que cerraron con un cover de Caetano Veloso (que, si no me equivoco, es “Lost in the paradise”) y otro tema que no me acuerdo, y fin del show. El “Fan N° 1 de Devendra” se acercó a Juana Molina, que andaba por ahí, para ver si ella (amiga de Devendra) lo hacía entrar al camarín para poder darle una mochila con discos de vinilo de Atahualpa Yupanqui, Almendra y Pescado Rabioso que le quería obsequiar (ya que había leído que el tipo quería conseguir música de Yupanqui y rock nacional en su paso por Argentina). Mientras, intercambié números de teléfono con Melanie para avisarnos mutuamente de cualquier novedad del próximo show de Niceto y me reencontré con Mr. Cínico, quien me confirmó que el show sería gratis y sólo para las primeras 250 personas que llegasen. Así que él, su amiga y yo volamos al lugar, mientras yo le comunicaba la noticia por mensajito a Melanie y “Fan N° 1 de Devendra”.
Llegamos entre los primeros a Niceto, y después llegaron ellos dos. El lugar habilitado era un galponcito realmente chiquito, que no tenía escenario: los músicos tocarían a la misma altura que el público, con una soga por separación, o sea que si de atrás empujaban mucho nos caeríamos encima de Devendra. La espera fue “amenizada” por Los Palos Borrachos (banda paralela del cantante de Los Álamos), cuyo repertorio no me interesó tanto, excepto una última canción que interpretaron como si fuese un clásico irlandés de esos que se cantan con voz de borracho. Mientras tocaba la banda, Devendra se asomó y se infiltró entre el público como uno más.
Finalmente, luego de que el público se decidiese a sentarse en el piso para que los de atrás pudiesen ver, Devendra y los suyos tomaron los instrumentos que les dejó la banda argentina y tocaron lo que se les ocurrió, más bien una zapada de 25 minutos con sonido deficiente que un verdadero recital. Pero valió la pena por ese sentimiento de inmediatez y, justamente, de improvisación, cuando todos los shows hoy en día están bastante calculados. Amagó el comienzo de “Santa María Da Feira” pero no la cantó, pero por suerte sí interpretó algunas canciones que habían faltado en Crobar, como “The body breaks” y la hermosa y ya mítica “At the hop”. Cerraron con “Oh papa” mezclada con un cover de Lauren Hyll y uno de Charles Manson (y otra aclaración innecesaria: “No estamos de acuerdo con él, sino que nos gusta su música”). Y se despidieron instando al público a que se quedase a escuchar a los argentinos Banda Jamón Crudo, pero por supuesto que a esa hora muchos no aguantábamos más el entumecimiento muscular de haber estado hora y media sentados en el piso con las piernas flexionadas en posiciones imposibles, así que mis conocidos y yo nos levantamos y nos fuimos, como muchos otros (salvo “Fan N° 1 de Devendra”, quien, por supuesto, intentaría otro contacto con Devendra).
“¿El show del año?” le pregunté a Mr. Cínico. “Sí, no creo que venga nadie más de importancia en las semanas que quedan” me respondió. Sin embargo, faltaban dos días para el verdadero show del año… lo cual no quita, por supuesto, todo el placer vivido en los recitales dados por este tipo con voz de marciano bonachón, mezcla de Jim Morrison, Iggy Pop, Robbie Robertson y Caetano Veloso.
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3 comments:
y qué paso con el Fan Nº 1 de devendra y sus regalos??
interesante lo de banhart,
saludos
daro
www.sonatelosoidos.blogspot.com
sii yo tb kiero saber q le paso al fan 1 !!
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