Sunday, November 09, 2008

Crónicas desde el Torcuato Tasso (Pablo Dacal en vivo)

Después de más de un año sin ver un concierto de Dacal, finalmente pude convencer a dos amigos del trabajo y la novia de uno de ellos de ir a verlo al Torcuato Tasso el jueves 30 de octubre. No sería un recital de Dacal en solitario, sino uno compartido con Manuel Onis, que no me interesaba tantísimo pero bienvenido sea. Lamentablemente uno de mis coworkers anduvo con dilemas de salud esos días y tuvo que desistir junto con su novia, así que del laburo sólo pudo acompañarme el otro, un venezolano-canadiense a quien llamaremos Willem para respetar su intimidad. Y como entonces me vi con dos lugares libres en nuestra mesa, hice algunos llamados y milagrosamente pude convencer a una gran amiga y su no menos copada hermana, a quienes llamaremos Ludmila y Mary Ann. Quedamos en encontrarnos con ellas en la zona alrededor de las nueve: con el Torcuato Tasso nunca se sabe a qué hora empieza el recital, pero sospechábamos que no sería puntual.
En efecto, así fue: Willem y yo entramos pero el lugar estaba vacío y Dacal estaba ensayando. Así que salimos para hacer tiempo y aprovechar para cenar algo por ahí y “descubrir” la zona (Willem no había ido nunca, yo sí pero no muy seguido, y el Parque Lezama y sus alrededores siempre son interesantes). Finalmente nos encontramos con las muchachas y nos dirigimos al local: a pesar de no figurar nuestra reserva, nos dieron una mesa muy buena, y en el tiempito que pasó hasta que empezara el concierto, nos fuimos encontrando con conocidos y conocidas, al mismo tiempo que vislumbrábamos que el lugar se llenaba de gente que incluía a músicos del mismo “movimiento” de Dacal, como Alvy Singer y Tomi Lebrero, que terminaron sentados al lado nuestro. Como la información promocional avisaba que en el recital habría invitados, supusimos que ellos subirían al escenario en algún momento, pero no fue así: simplemente fueron por camaradería, supongo, y para pasar un buen rato, como nosotros.
Una hora después de lo avisado en la página web subieron los músicos. El recital empezó con “Quiero verte hoy”, la canción que abre el disco que presentaba Onis. Y con la potencia del vivo y el acompañamiento de Dacal sonó mucho mejor en vivo que en estudio. Luego se fue Dacal y quedó sólo Onis con su banda, que en esta ocasión incluía a Alfonso Barbieri, el acordeonista y cofundador de Los Cocineros. Entre las canciones que interpretaron hubo algunos temas del disco, como “Canten”, “Portugal” y “Fondo de Omar”, y un par de covers: “2001” (de Os Mutantes, aquella banda brasilera donde empezó Rita Lee) y “Lo’ dedo negro”, del mítico uruguayo Eduardo Mateo. Salvo algún que otro tema, el segmento de Manuel Onis no nos fascinó demasiado; me gusta que exista este tipo de música, sólo que la voz de Onis no nos llegó a nuestro interior de la misma manera catártica que logra Dacal, y sus melodías tampoco nos “movieron el alma”.
Finalmente, Pablo Dacal volvió a subir al escenario como invitado en “Enterrada”. Y luego, antes de comenzar el segmento específico de Dacal, ambos músicos hicieron subir a “un gran músico argentino, que formó parte de las bandas Don Cornelio y La Zona y Los Visitantes”. Obviamente, se referían a Palo Pandolfo; su inesperada presencia nos sorpendió a todos. Y cuando sonó la frase “Te estoy esperando ansiosamente…”, todo el local reconoció la canción, aunque muchos no nos acordábamos el nombre: era la gran “Antojo”, del primer disco de Los Visitantes. Palo Pandolfo al micrófono mostró su conocido histrionismo y expresividad, cosa que se hizo más patente todavía con la siguiente canción, la conmovedora “A través de los sueños”. Escuchar los lamentos de la parte sin letra del tema entonados por Pandolfo, Dacal y Onis era algo que casi ponía la piel de gallina. Finalmente, se fue Onis del escenario y quedaron sólo Dacal y Pandolfo para hacer “Zamba del fin del mundo”, uno de los tantos temas del último disco de Dacal que tienen toda la pasta para ser clásicos instantáneos, con momento para silbar incluido. A continuación Pandolfo abandonó el escenario y quedó sólo Dacal para hacer un gran cover de Atahualpa Yupanqui: “El árbol que tú olvidaste”. De ahí en adelante, varios músicos lo acompañaron en lo que quedó del recital, y lo extraño fue que tocaban instrumentos típicos de una banda de rock (cosa rara para este artista): guitarra eléctrica, bajo y batería (además de un piano, que era algo más esperable). De manera que lo que en cualquier recital sería normal, aquí fue especial, y pudimos escuchar con “formación de rock” algunos hitos de Dacal como “Todo o nada” o “Amor es un monstruo”, que definitivamente sonaba muy diferente de esta manera (me tomo el atrevimiento de decir que me gusta más la versión acústica de este último tema). Del álbum “La era del sonido”, además de la ya mencionada “Zamba del fin del mundo” sonaron “La guitarra y el bolsón” y “El mundo del espectáculo”, durante la cual los instrumentos de viento fueron reemplazados por los coros espontáneos de parte del público. En resumen, de su último disco Dacal eligió los tres temás más “instantáneamente hiteros”, lo cual fue una buena muestra para mis tres acompañantes, que todavía no habían escuchado el disco.
Además sonaron en el recital dos temas que yo no conocía: “De pie” y “El mundo es una canción”. Y por suerte Dacal retomó un cover que lo vi interpretar hace un par de años: “Mandolín”, del fallecido uruguayo Gustavo Pena, alias “El Príncipe” (“una pena que nos haya dejado”, dijo Dacal). Para finalizar, volvieron a subir al escenario Manuel Onis y Palo Pandolfo, y Pablito Dacal hizo referencia a que se estaban cumpliendo 25 años de la vuelta de la democracia al país, motivo por el cual cantarían una canción que tenía que ver con eso. Y lo que sonó fue, una vez más, otra sorpresa: “No llores por mí, Argentina” de Serú Girán.
Y ahí terminó todo. Media hora de Onis, una hora de Dacal: en total fue una hora y media que se pasó muy rápido, y nos quedamos contentos y con ganas de bises. Como no hubo ninguno, en compensación me acerqué al escenario y me llevé la lista de temas de ambos músicos, repitiendo la acción que efectué hace dos años cuando vi a Me Darás Mil Hijos en el mismo lugar. Así que después de unos minutos de “after show” nos fuimos, reafirmando algunos (inaugurando otros) nuestro gusto por este “almagrense de nacimiento, rosarino por elección” (según Fito Páez). Hasta el próximo post, y, como diría Dacal: “¡Salut!”.

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