Prólogo: hace 10 años, casi 11…
Enero de 1997. Con unos amigos vacacionábamos en un complejo de cabañas a medio construir en la costa. El último día teníamos pensado ver el amanecer, pero nadie tenía despertador. ¿Cómo asegurarnos de levantarnos a tiempo y no perdérnoslo? En un rapto de locura, me ofrecí a quedarme despierto toda la noche, a lo cual todos accedieron. Y esa noche la pasé escuchando el box set “Message in a box”, cortesía de uno de los compañeros de división que se encontraba allí, a quien llamaremos Glopi. Esa caja de 4 CDs contenía toda la discografía oficial en estudio que había sacado The Police, más algunas rarezas. Yo ya conocía los clásicos 12 o 13 hits de la banda, pero esa noche terminé de fanatizarme y de descubrir otras joyas musicales menos conocidas. Lo malo es que era una banda que se había separado cuando nosotros teníamos 4 años, así que nunca podríamos verla en vivo…
Presente.
Diciembre de 2007. Ya es sabido que este año será recordado por el regreso de un trío musical-rockero-amarillo-y-rojo-supersónico-jodón-y-serio-al-mismo-tiempo-estribillero-espectacular-con-un-cantante-cuyo-registro-vocal-se-mantiene-a-pesar-del-paso-del-tiempo. No, no hablamos de Soda Stéreo, sino del molde original: The Police. Veintisiete años después de su última visita a la Argentina, la Policía ha vuelto, y este evento se perfilaba tan imperdible que por una vez no me fue difícil convencer a cuatro acompañantes para que fuésemos a ver un recital.
Considerando que estábamos en popular (o sea, casi lo más lejos que se podía estar de la banda), la visión del escenario y de todo el estadio era muy buena. A las 19:30 salió Beck, telonero de lujo, por cierto, pero su performance resultó un tanto decepcionante. A pesar de tocar prácticamente todos sus hits (“Devil’s haircut”, “Where it’s at”, “The new pollution”, “Loser” y varios más), su show sólo pudo groovear a los que se encontraban cerca del escenario, ya que el resto del estadio se mantuvo bastante indiferente. Daba la impresión de que el tipo tocaba con algo de desgano. O quizás simplemente por estar muy lejos no pude apreciar su energía. O quizás simplemente tenga que emitir la firme opinión de que la música de Beck no me emociona.
A las nueve y veintipico, cuando las luces del estadio se apagaron y sonó “Get up, stand up”, no pude evitar pensar en las imágenes de la gira de Amnesty que trajo a Sting a la Argentina en 1987. Era la señal de que se venía el regreso, y, en efecto, con una puntualidad inglesa casi criticable (empezaron ANTES de las 21:30), The Police salió al escenario y sonaron los primeros acordes de “Message in a bottle”, un hiperclásico absoluto que podían reservar para el final pero eligieron como perfecto comienzo. En el momento de la frase “Woke up this morning, don’t believe what I saw, a hundred billion bottles washed up on the shore”, las luces del estadio se prendieron para que Sting y sus policías vieran cuántos billones de botellas había ahí perdidas en esa costa. Y no eran billones, pero lo parecían. A continuación llegó “Synchronicity II”, con su hermoso riff de guitarra, mientras las pantallas se llenaban de rojos, azules y amarillos cuasicomic que emulaban la portada del álbum del mismo nombre. Desde ese tema quedó claro que la cuestión visual no era algo descuidado en este regreso. Y durante toda la noche fue evidente que la banda mantenía ese espíritu jovial y juguetón que los caracterizaba hace 30 años, permitiéndose variaciones y zapadas varias en el medio de la mayoría de las canciones.
Luego vino “Walking on the Moon”, y el escenario se iluminó como un cráter que envolvía al baterista Stewart Copeland. Después se escuchó el poco conocido “Voices inside my head”, que se transformó con la llegada del poderoso estribillo de “When the world is running down, you make the best of what’s still around”. A continuación, la banda tocó “Don’t stand so close to me”, y, por un lado, tuvimos la suerte de que la interpretaran como en su versión original (y no como la versión más “FM” que hicieron en 1986, que fue la más exitosa en Argentina), pero, por otra parte, teniendo en cuanta el estatus de “clásico” de esa canción, fue uno de los momentos menos poderosos de la noche.
Luego se despacharon con un par de bienvenidos “hits pero no tanto”: “Driven to tears” y “Truth hits everybody”. Y después, el estadio deliró, porque lo que se escuchó fue la intro de “Every little thing she does is magic”. Aquí, como en casi todo el show, Sting hizo corear al público los correspondientes “i-oooh… i-oooh” que no faltan en casi ninguna canción de la banda. Pero creí notar algo de decepción en su rostro cuando el tipo calló algunos versos para escuchar cómo el público los cantaba y descubrió que la mayoría no se sabía la letra 100%.
Luego vino uno de los mejores momentos de la noche, si no el mejor: Copeland se levantó y empezó a tocar toda la percusión posible que tenía a su alrededor (que incluía un gong y un xilofón) para ese sutil comienzo de “Wrapped around your finger”. Ahí el que deliró fui yo. Pero el resto del público sólo ovacionó cuando escuchó el sombrío riff de guitarra de Andy Summers. A continuación vinieron los innecesarios pero lamentablemente infaltables “De do do do, de da da da” y “Invisible Sun”, canción fea si las hay. Y luego Sting agarró un instrumento muy autóctono que no alcancé a ver si era una quena o qué, y se despacharon con “Walking in your footsteps”.
Se veía venir el final, para el que reservaron una seguidilla de temas bien míticos, comenzando con la obsesiva “Can’t stand losing you” (durante la cual, según la prensa, mecharon parte de “Regatta de blanc”, aunque no la reconocí, porque sólo escuché ese tema una vez en mi vida). Luego, unos acordes de guitarra que el público había esperado toda la noche: los de “Roxanne”, otro tema donde la banda mostró cómo apropiarse del pasado desde un presente en el que se permiten jugar y “jazzear” más sobre las viejas canciones. Lamentablemente, no faltó la parte donde Sting repite ochenta veces “I won’t share, I won’t share, I won’t share, I won’t share, I won’t share, I won’t share you with another boy”. Pero créanme que nadie se quejó. Al terminar la canción, la banda se retiró por un par de minutos, y una de mis amigas dijo “¿No van a tocar “King of pain”? Qué mal…”, a lo cual le respondí “Sí, la van a tocar…y si no lo hacen, te doy diez centavos”. Vale aclarar que esa canción es espectacular, merece todas las loas posibles y es muy significativa para mí y mucha gente que conozco, como mi amiga. Bueno, volvió el grupo al escenario, le grité a Sting “¡Tocá “King of pain”!” y, según parece, el tipo me escuchó, porque eso fue lo que sonó a continuación. Y todos felices, aunque para completar el éxtasis hicieron la apoteótica “So lonely”, que en vivo pasa de ser un temita pop de cuatro minutos a ser todo un tour de force musical, que resultó, junto con “Wrapped around your finger”, lo mejor de la noche.
Y claro, faltaba “Every breath you take”. Lindo tema, como todos saben, quizás el más masivo de su repertorio, parecía ser el indicado para cerrar la noche. En efecto, la Policía saludó, Sting se fue del escenario, Copeland también, pero quedó Andy Summers, que comenzó a tocar otro de sus rockerísimos riffs de guitarra, ante lo cual los otros dos regresaron. Y vino el último bis: “Next to you”, una de esos olvidados temas de la primera época, que sirvió para cerrar el recital a toda gloria. Despedida del trío, y chau... una lenta salida hacia la cotidianeidad de las calles de Buenos Aires. Sólo faltó la hermosísima “Tea in the Sahara”, pero no se puede pedir todo, ¿no?
Epílogo: some time in the future...
Se acaban todas las guerras, los recursos del planeta son aprovechados de manera de asegurar la subsistencia de toda la población, todos viven felices, y vuelve The Police a la Argentina (y tocan “Tea in the Sahara”). Y también vuelven Roger Waters, Bob Dylan, The Cure, Joanna Newsom, Peter Gabriel… Y vienen Randy Newman, Joni Mitchell, The Who…
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2 comments:
Gracias por la vividez de la historia. Alguien me habia dicho que The Police tocaba el fin de semana del 8 de diciembre y me había entusiasmado por ir a verlos. Lamentablemente, estoy llegando 4 días tarde.
Diego
Eh Pablo! Te felicito no sabía que escribías tan bien. Me parece un muy buen raconto de la noche. Lástima que no me mencionaste salvo por lo de los "cuatro acompañantes" jaja. Para mí, lo mejor fue So Lonely y Every Breath you Take. La primera me la perdí porque... ejem ejem... llegué tarde... Besos!
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