Si usted ya pasó por este blog, ya sabe cómo es esto. Y si no, le cuento: las siguientes reseñas pueden leerse sin temor a que se develen secretos de los films en cuestión. Y corresponden en su mayoría a films de género simplemente porque es lo que más suelo ver en pantalla grande (no es que sólo me interesen las películas de género). Así que bueno, acá va la cosa.
-“Crepúsculo”: no leí los libros en que se basa esta saga de vampiros, pero parece que, a diferencia de los subestimados Harry Potter, éstos sí son verdadera basura. Aún así, eso no es excusa para que la película lo sea; siempre digo que uno debe preocuparse más en hacer una buena película que en hacer algo fiel al material original sin meter ninguna visión personal. Pero aquí parece que fueron bastante fieles al espíritu: lo que se ve en pantalla no respira alma, y se siente como una sucesión de tonterías filmadas para atraer únicamente a adolescentes o a mujeres que se vuelvan locas por el joven carilindo que hace de chupasangre enamorado. Y justo el suyo es el personaje menos interesante; al menos la protagonista femenina exuda un poco más de carisma en la pantalla, y hasta se podría decir que la relación con su padre está respetablemente narrada. Pero es lo único aceptable; el film en general parece estar filmado sin un mínimo de sentido común, y con efectos especiales malos y exhibicionistas al mismo tiempo. 4 Aires.
-“El día que la Tierra se detuvo”: remake del clásico “El día que paralizaron la Tierra”, esta película de ciencia ficción no es mala como todo el mundo dijo, pero sí bastante decepcionante. El carisma de Jennifer Connelly no levanta la cosa, y Keanu Reeves vuelve a hacer de robot, cosa que le sale bien. Bueno, no es robot, es alien, pero para el caso es lo mismo. El verdadero robot es el gigantesco Gort, que por suerte no fue aggiornado y genera al menos algo de nostalgia en el espectador al recordarle al Gort original. Por lo demás, como dije antes, el film se ve con algo de interés, pero debería haber sido bastante más emocionante para lo que cuenta. Un punto a favor son los efectos especiales, y un gran punto en contra es el actorcito que hace de hijo de Jennifer Connelly. 5 Aires.
-“Australia”: siete años después de “Moulin Rouge” vuelve Baz Lurham, reclutando nuevamente a Nicole Kidman y agregando a Hugh Jackman al combo, para hacer otra de esas películas “larger than life” que tan bien le salen. Como en su anterior obra magna, aquí varios dirán que hay mucho estilo y poca carnadura (incluso lo dijo mucho gente que antes amaba a este director), pero yo creo que el tipo sigue siendo fiel a una pulsión narrativa-romántica-apoteótica, y que mientras esa pasión se perciba en pantalla, todo bien. Por eso le perdono que la película decaiga en su segunda mitad, que el segmento final se asemeje a “Pearl Harbor” y que haya algo de solemnidad exagerada sobrevolando todo el film. 7 Aires.
-“Bolt, un perro fuera de serie”: película animada de Disney en 3-D, pero sin Pixar. Eso quiere decir que no es una joya absoluta, pero aún así es mejor que el intento de hace unos años, “Chicken Little” (que era peor que un film de Dreamworks). Aquí se cuenta una historia clásica de un perro que quiere convertirse en héroe; contra todo lo esperado, la voz de John Travolta como protagonista funciona. Y también funcionan los personajes secundarios y el humor. Una grata sorpresa. 8 Aires.
-“El sustituto”: Clint Eastwood sigue con su cine “serio e importante”, pero, por más que eso suene como una crítica, sus películas siguen siendo atendibles. Ésta quizás sea la peor que haya dirigido en los últimos años, pero aún así había que verla (y en cine, por su esplendor visual y exquisitez sonora); el tipo, como Spielberg, nunca podrá hacer algo que no sea interesante y valorable en algún punto. En esta historia real de una madre que busca desesperadamente a su hijo, se aprecia mucho la reconstrucción de época “romantizada” y hasta la performance protagónica de Angelina Jolie. Muchos la criticaron, pero yo creo que acertó perfectamente con una composición que remite a esas heroínas trágicas de las décadas del 30 y 40. Lo cuestionable es cierto regodeo en el sensacionalismo, y no es excusa que la historia real sea dura, ya que hay mil formas de contarla. De todos modos, 7 Aires.
-“The Spirit: el Espíritu”: el historietista Frank Miller había asesorado a Robert Rodríguez en la filmación de “Sin City”, basada en una obra suya; parece que le tomó el gusto al cine y ahora debutó como director posta en esta adaptación de una historieta (que no había escrito él). La verdad: mejor que se quede en los comics. Por más ideas visuales que le quiera encajar al film, el tono es ridículo y los actores están pésimos. Se nota que hubo un intento de humor lunático, pero no funca. Una de las peores “cosas” estrenadas este año. 2 Aires.
-“El curioso caso de Benjamin Button”: el gran hacedor de thrillers David Fincher se mete con el cine qualité en esta adaptación de un relato de Francis Scott Fitzgerald sobre un hombre que nace viejo y envejece para atrás, o sea, rejuveneciendo. Ehhhh... Sí, era así. Hay mucho para saborear en esta película (Fincher siempre le dio mucha importancia a la fotografía y el montaje, y aquí además brilla la música de Alexander Desplat), y hasta debo admitir que el film logró conmoverme en un segmento que duró quince minutos. Pero si el objetivo era que todo el metraje me conmoviera, no fue así, de hecho hay partes en que a uno le agarran ganas de tirarles algo por la cabeza a los responsables del film, de tan pretencioso que quedó. Pero como generalidad, Brad Pitt y Cate Blanchett logran hacer creíble esa pareja que se encuentra y desencuentra con el paso del tiempo. 6 Aires.
-“Operación Valquiria”: Bryan Singer se aleja de los thrillers y las películas de superhéroes para filmar la historia real de un grupo de funcionarios y militares alemanes que quisieron matar a Hitler y acabar con su tiranía durante la Segunda Guerra Mundial. El protagonista es Tom Cruise, que no está tan magistral como en algunas otras actuaciones suyas de los últimos años pero igual todo bien con él. Y, como corresponde a todo buen film de intriga basado en hechos reales, no importa que conozcamos el desenlace, porque la fluidez narrativa y la buena construcción de personajes hacen que queramos seguir viendo qué pasa. Incluso hay pocos momentos “emotivos”; el film parece ser más un “documento de lo que pasó”. 7 Aires.
-“A prueba de muerte”: con dos años de retraso llegó el film más defenestrado de Quentin Tarantino por su ritmo tan particular. Originalmente formaba parte de “Grindhouse”, un proyecto que consistía en ver en doble función esta película y “Planet terror”, de Robert Rodríguez, separadas por varios trailers apócrifos. Para mí es mejor el estreno por separado: no sólo hay menos cansancio en el espectador, sino que además cada film gana unos minutos extra que le son necesarios. Por otra parte, la mitad de Tarantino ya es de por sí una experiencia dividida claramente en dos partes: en cada una hay un grupo de protagonistas femeninas y siempre, acechando por detrás, un misterioso y temible personaje encarnado por Kurt Russell. Los que esperaban acción tuvieron que aguantarse una primera mitad que les habrá aburrido, pero ellos tienen la culpa; en los films de Tarantino, el verdadero qué es el cómo (bah, como en toda obra de arte, sólo que aquí es más notorio); hay que ver y saborear esos diálogos en los que parece que ante nuestros ojos no pasa nada excepto el estilo del director. Y de todos modos, en el segmento final sí hay una gran escena de acción que Tarantino, por suerte, eligió filmar a la vieja usanza, es decir, de manera que resulte obvio que lo que vemos se filmó tal cual con actores y dobles de riesgo, sin apelar a lo digital. 8 Aires.
-“Música en espera”: el guión lo coescribió una gran amiga, pero aún así creo ser objetivo cuando digo que ésta es una muy buena comedia romántica que tiene todo el timing que precisa el género (género subvalorado, por cierto). Fue mítico ver plasmado en pantalla grande un proyecto del que vengo sabiendo hace cinco años, y, por suerte, el resultado está a la altura del guión. Diego Peretti y Natalia Oreiro (actriz subvalorada, por cierto) son una perfecta pareja despareja, y Norma Aleandro está muy bien aprovechada como la madre de ella. Y cuando uno está pensando que al film le está faltando música (que es algo tan importante para su trama), hace su aparición la música de Guillermo Guareschi, que de ahí en adelante puebla de manera mágica las imágenes. 8 Aires.
-“El transportador 3”: Jason Statham vuelve a encarnar al chofer que no debería meterse en los asuntos de sus clientes pero termina siempre enredado en complicadas tramas de acción y espionaje. Esta entrega de la saga no está a la altura de la segunda parte, pero su acción descabellada, imaginativa y sin solemnidad sigue siendo bienvenida. 6 Aires.
-“Watchmen: los vigilantes”: la esperadísima versión cinematográfica del comic de culto de los 80s estuvo a cargo de Zack Snyder, que fue (justamente) aplaudido por “El amanecer de los muertos” e injustamente defenestrado por “300”. El mayor problema del film que nos ocupa es que intentó ser lo más fiel posible a la historieta, y, si bien acertó en eliminar aspectos que no le hacían falta a la película, se siente todo el tiempo como una adaptación que no respira libertad. Uno de los pocos atisbos de personalidad propia está en la brillante escena de títulos, en la que a través de imágenes “tableaux” se cuenta la historia de los protagonistas mientras suena “The times they are-a changing” de Bob Dylan: lo malo es que esa escena sólo se entiende fluidamente si uno leyó la historieta. Hay otras elecciones musicales usadas de manera original y/o efectiva, pero también hay otras usadas de manera trillada o hasta exasperante (como el uso ridículo del “Hallelujah” de Leonard Cohen durante una innecesaria escena de sexo y el horrible cover final de la gran “Desolation row” de Bob Dylan a cargo de My Chemical Romance). La atrayente personalidad del intransigente vengador anónimo Rorschach fue reflejada con éxito, y eso al menos es valorable. Y hay varias escenas que son una pequeña obra de arte en sí mismas, como el crimen del comienzo del film. 6 Aires.
-“Coraline y la puerta secreta”: muchos creen que Tim Burton dirigió “El extraño mundo de Jack”, pero no: fue Henry Selick, que también hizo las atendibles “Jim y el durazno gigante” y “Monkeybone”. Y ahora se mandó su obra maestra: este film de animación stop-motion en 3-D que regala belleza, detalle y artesanía en cada plano. Y, adaptado de una novela de Neil Gaiman, es ciertamente un film oscuro: una niña descubre un portal a un mundo paralelo donde todo parece más divertido que en el suyo, pero donde debería someter su libertad para quedarse... A pesar de que la estrenaron en castellano, el doblaje era aceptable y había que verla en cine (sobre todo por el 3-D, usado de manera poco exhibicionista y muy juiciosa). 10 Aires.
-“Adventureland: un verano memorable”: a pesar de que se estrenó un tiempo después, la ubico aquí porque la vi en el Festival de Cine de Buenos Aires. El director de “Supercool” entrega otra divertida y melancólica mirada a la adolescencia, esta vez ambientada en los años 80. La reconstrucción de época y la identificación con el protagonista es fenomenal. En realidad, hasta el mínimo personaje secundario está bien trabajado desde el guión y las actuaciones (Ryan Reynolds es un descubrimiento, y también Kristen Stewart, cuyo carisma está desperdiciado en la saga “Crepúsculo”). 9 Aires.
-“Igor”: esta película animada se estrenó casi a fin de año, pero también la vi antes en el Festival de Cine. Los malditos organizadores hicieron trampa: no avisaron que la darían en castellano. El doblaje no la arruinaba, pero no era tan respetable como el de “Coraline y la puerta secreta” o la posterior “Lluvia de hamburguesas”. Y la película en sí tampoco llega a la altura de aquellas; si bien tenía un espíritu más Disney que Dreamworks (lo cual es bueno), no era ninguna genialidad de la que uno saliera maravillado. Una agradable comedia de aventuras con un típico antihéroe de protagonista. 7 Aires.
-“Monstruos vs. aliens”: otra de animación, la cuota Dreamworks del año. Parecía ser que esta vez, con el cuidado que habían puesto en trasladar a la actualidad el espíritu clase B de las películas de ciencia ficción de los 50s y 60s, se había llegado a buen puerto. Y sí, se nota algo más de cariño por el producto que en otros films Dreamworks, pero aún así es una película fácilmente olvidable. Los monstruos son creíbles y queribles, pero la actuación de la protagonista principal es pésima (sí, hay actuaciones en los dibujos animados), y el villano alien es más una morisqueta que otra cosa. Por si fuera poco, en algunos momentos la película “lanza” objetos a la pantalla de manera obscena, lo cual convierte a éste en un film en 3-D que apela a lo más básico de esa herramienta en vez de usarla de manera más estéticamente interesante o movilizadora. 5 Aires.
-“Slumdog millonaire: ¿Quién quiere ser millonario?”: el director Danny Boyle cada tanto sorprende al entregar brillantes films de género (“Exterminio”, “Sunshine, alerta solar”); ahora volvió a hacer otro cambio de timón y filmó una película “Bollywood”, esto es, una trama exacerbada ambientada en la India, con actores nativos y algún número musical al final. Como telenovela está muy bien (dicho esto sin ofender al género), y la estructura narrativa es muy interesante: un adolescente debe responder acusaciones de haber hecho trampa en un programa de preguntas y respuestas televisivo, y al hacerlo presenciamos su turbulenta historia de vida, que incluye una mujer de la que está perdidamente enamorado, un hermano conflictivo y un paseo por las miserias típicas de un “slumdog” (vagabundo). El problema es, por un lado, que la India está pintada muy a lo “visión panorámica para los extranjeros”, y, por otro lado, que todo el tiempo se enfatiza un supuesto “destino” del protagonista, lo cual hace que los personajes menos afortunados que él va conociendo a lo largo de su vida queden pintados como “herramientas no importantes” (la sensación es casi la de que “no importa que este otro personaje sufra, porque no es el protagonista, sino sólo un elemento para que se cumpla el destino del protagonista”). A pesar del buen manejo narrativo del director, esa visión manipulativa que nos hace despreocuparnos de muchas tragedias mientras celebramos los triunfos que va teniendo el personaje principal me impide darle más de 6 Aires.
-“Agente internacional”: el director de “Corre, Lola, corre” y “Perfume: historia de un asesino” se despacha con su film más hollywoodense, una trama de intriga internacional en el mundo de los bancos. Naomi Watts está desaprovechada, pero Clive Owen se la banca como verdadero protagonista de una historia con una narrativa clásica, que tiene un final muy interesante y hasta llegar ahí no está hiperpoblada de innecesarias escenas de acción (de todos modos, “la” escena de acción del film es de lo mejor del año: un tiroteo en el Museo Guggenheim magistralmente filmado). 7 Aires.
-“Gran Torino”: Clint Eastwood anunció que ésta sería su última actuación; ojalá no lo sea, pero si es así, es una digna despedida. Aquí hace de un cascarrabias solitario que, a pesar de todos sus prejuicios y mal carácter, empieza a entablar una amistad con sus vecinos hmong. Un festín para los que opinamos que el tipo es un actorazo, y también para los que nos dejamos llevar placenteramente por su visión del mundo. Tiempo después de ver la película pasé a opinar que estaba un poco inflada; es muy buena, pero no es la obra maestra que muchos consideraban (y, sorprendentemente, no era nada especial en el aspecto visual). Aún así, 8 Aires.
-“Cuenta regresiva”: por más que Alex Proyas difícilmente sea considerado un autor (hizo “El cuervo”, “Ciudad en tinieblas” y “Yo, robot”), hay que admitir que sus films tienen la constante de introducir elementos de ciencia ficción que, en vez de generar impacto, invitan a cierta reflexión (o, al menos, son introducidos de forma “filosófica”, por llamarla de alguna manera). Aquí Nicolas Cage vuelve a entregar una de esas performances donde se lo acepta o se lo detesta, como un padre viudo que debe enfrentarse a la posibilidad de poseer en sus manos las claves de los futuros cataclismos y tragedias que enfrentará la humanidad. Después del 11 de septiembre, esta película es una de las que más intentó en los últimos años mostrar un “efecto in your face” de lo que es una catástrofe, con un increíble plano secuencia que mejor no describir. Eso solo ya vale el precio de la entrada, pero la película sigue siendo interesante hasta el final, por más que unos misteriosos personajes sean presentados de manera tontamente evidente. Ah, la música de Marco Beltrami es tenebrosa y bellísima al mismo tiempo. 7 Aires.
-“Del tiempo y la ciudad”: se estrenó solamente en el Malba, pero fue un estreno al fin y al cabo. Este ensayo fílmico consiste en una narración en off de su director, Terence Davies, sobre su Liverpool natal. Pero no es un ensayo con pretensión de objetividad, sino un apasionado (y a veces furibundo) monólogo sobre lo que sea que le venga a la cabeza a su creador, acompañado por imágenes de distintas etapas de la ciudad. Su odio hacia los Beatles le ganará enemigos y su abierta homosexualidad le ganará admiradores; la verdad es que, más allá de casa cosa que el tipo diga, narre, recuerde, explique o muestre en este film, la película es una obra personal única. 10 Aires.
-“La Tierra”: este film es un compendio de diversas partes de una serie de TV documental sobre el planeta Tierra y, como tal, comete el error de inventar o paralelizar tramas entre distintas familias de animales, lo cual queda medio tonto. Pero por suerte la voz en off no es tan insípidamente explicativa como podría serlo, o, mejor dicho, el film tiene muchos momentos sin narración que pueden disfrutarse sin oír “explicaciones”. Claro que el otro error es la música; unir melodía e imagen es un ejercicio siempre interesante de ver, pero aceptar eso implica también aceptar que el film nos esté diciendo todo el tiempo cómo nos tenemos que sentir ante cada imagen. Ya sé, en los films de ficción eso pasa mucho, pero, siendo éste un documental, podrían haber puesto simplemente imágenes con sonido ambiente y listo: de esa manera se habría respetado un poco más la “realidad” que se quiere mostrar. 5 Aires.
-“X-Men orígenes: Wolverine”: otra de las grandes decepciones del año. Al menos “Watchmen” lograba ser disfrutable para los que no leyeron la historieta, pero este film es una suma de incoherencias con superhéroes que van y vienen arbitrariamente de la trama, puestos sólo para “cumplir con el trámite” y contentar a los fans (aunque dudo que los comiqueros se hayan sentido satisfechos). Hugh Jackman vuelve a interpretar a Wolverine, sí, ya sabemos que lo hace con carisma, pero esta precuela a los films de “X-Men” es una mescolanza que no encuentra su corazón (por más que se supone que debemos simpatizar con los conflictos del protagonista). Y la estética modernosa, impersonal y para nada apasionante es un asco. 4 Aires.
-“Star Trek”: J.J. Abrams, considerado “el nuevo genio televisivo”, ya se había mostrado apto para el cine con su debut (“Misión imposible 3”), y ahora pasó a su tan apreciado género de ciencia ficción para entregar esta película que los fans de la saga, tan necesitados de mantener una cronología con lo ya visto, consideran una precuela a la serie original. Para mí es simplemente una versión cinematográfica de la serie y listo (del mismo modo que casi todo film basado en una serie es una versión con cronologías y actores propios: “Los intocables”, “El fugitivo”, “Los ángeles de Charlie”, etc). Como tal, el film debía arreglárselas para proporcionar personajes, una trama y un espíritu que sean fieles (en algún punto) a la serie original y al mismo tiempo propios de la época actual y del estilo personal que quiera imprimirle el director en cuestión. Y creo que la película logró ambos cometidos: debe estar llena de citas a la serie, pero no tiene ningún momento que sea incomprensible para un “no trekkie”. A pesar de que el protagonista principal parece ser el capitán Kirk, el personaje más complejo y que más se luce es el señor Spock, con su eterna dicotomía entre sensatez y sentimientos. Todo lo que tiene que ver con él es emocionante, pero además el film entretiene con armas nobles durante todo el metraje (y, como siempre, Michael Giacchino se luce en la música). 9 Aires.
-“Días de mayo”: Gustavo Postiglione abandonó por un ratín sus films íntimos y abrazó el cinemascope para contar una historia ambientada durante el Rosariazo en 1969. Filmada en blanco y negro, su estética remite un poco a los films godardianos de aquella época, pero al mismo tiempo esta película se toma a sus personajes protagónicos con un poco más de empatía. El problema es que, siendo una película con cierta pretensión de seriedad, se percibe más el hecho de que los protagonistas no están tan bien personificados como para generar esa identificación. Se nota que es un proyecto personal del director, pero no se logró el realismo buscado. Los personajes parecen más construcciones del guión que personas reales (salvo en una hermosa escena en que una mujer relata una fallida experiencia amorosa). 5 Aires.
-“La sangre brota”: lamentablemente me perdí la otra película de Pablo Fendrik estrenada en la misma época, “El asaltante”, que tuvo muy buena crítica. Con esta otra no pasó lo mismo, aunque me parece un film bastante respetable. Arturo Goetz y Nahuel Pérez Biscayart son los protagonistas que casi no se cruzan en toda la película, cada uno envuelto en su historia enrevesada que puede volverse sangrienta. Un muy buen montaje y ajustadas actuaciones mantienen el interés en la película. 7 Aires.
-“Terminator: la salvación”: en esta cuarta parte de la saga ya no está Schwarzenegger, y por mí todo bien: aunque el tipo sea un ícono, no lo considero necesario para que esta historia apocalíptica siga su curso. Tampoco está el director James Cameron, pero la tercera también estaba dirigida por otro, y había resultado una gran película (menospreciada en todos lados). En ésta, el papel del mítico guerrillero John Connor está a cargo de Christian Bale, que es un actorazo pero últimamente me está cansando por actuar siempre con una carga de monótona solemnidad. Eso, sumado a que la película nunca encuentra su centro, la daña bastante (y no el hecho de que sea dirigida por el realizador de “Los ángeles de Charlie”, ya que el estilo que usó ahora es totalmente distinto). Por ser famoso, Bale logró aumentar la cantidad de tiempo en pantalla de su personaje, lo cual fue contraproducente, ya que el verdadero carisma del film lo entrega Sam Worthington en un enigmático papel cuasiprincipal. Su rol y algunas escenas (como un largo plano secuencia en medio de una batalla al comienzo) logran que el film no termine de desbarrancar, pero muchas otras decisiones (de guión y de casting, ya que tampoco funciona Bryce Dallas Howard como la mujer de Connor) provocan que el film se hunda en un mar de desinterés casi constante. Y Danny Elfman es otro talento desperdiciado, ya que su revisión del tema musical original es un sinsentido. 4 Aires.
-“Una semana solos”: después de la brillante “Ana y los otros”, Celina Murga sigue entregando grandes obras personales, esta vez es la historia de un grupo de chicos que pasan unos días en un country con poca supervisión adulta. Y empiezan las discriminaciones, los desmanes, las atracciones... La sensación es que no se juzga a los personajes y que la cámara simplemente filmó algo que estaba sucediendo a la vista del que quisiera ver: seres humanos creciendo, con lo bueno y lo malo que esto puede acarrear. Bah, algo malo definitivamente hay cuando no se ve una educación responsable que sepa poner frenos, y ésa es quizás la crítica subyacente al film. Pero no se dejen llevar por cómo suena eso: no hay nada de moralismo en esta pequeña obra de arte. 9 Aires.
-“El artista”: ¿Sergio Pángaro haciendo de un pintor de cuadros que se aprovecha de un paciente al que cuida al hacer pasar como propias las “obras” que éste realiza? ¡Hay que ver esta película! Parece obvio que nos encontraremos con una crítica al mundo de los marchands, los tasadores de “arte” y los frecuentadores de museos que se dejan llevar por el prestigio de lo que está de moda. Y, en efecto, así es. Pero además el film presenta un interesante aspecto formal muy “dogmático”: cada toma es un plano fijo. No hay movimientos de cámara, con lo cual cada “viñeta” que presenciamos tiene mayor unidad y “objetividad”, si se la puede llamar así... y también frialdad. De todos modos, cada situación o diálogo que presenciamos es tan ridículamente posible que no podemos evitar reírnos. 7 Aires.
-“Up, una aventura de altura”: Pete Docter vuelve a dirigir un largometraje ocho años después de la también brillante “Monsters Inc”, y con esta nueva película de animación, Pixar cierra una posible “trilogía de indiscutidas obras maestras para grandes y chicos que proporcionan humor y emoción al mismo tiempo” (trilogía integrada por “Ratatouille”, “Wall-E” y este film). Un anciano viudo cuasiclon de Spencer Tracy decide usar su casa como un gran globo aerostático para viajar a un recóndito rincón del planeta por razones personales, y un pequeño boy-scout se le unirá inesperadamente. Como en casi todo film de Pixar, cada aspecto de la película está brillantemente ligado a los demás, desde los personajes protagónicos hasta los “comic-relief” secundarios, pasando por el bienvenido espíritu de “aventuras en paisajes remotos” y la genial música de Michael Giacchino (¡qué bueno volver a escuchar un bellísimo leitmotiv al estilo del John Williams de hace unos años!). Al igual que sucedía en “Wall-E”, al comienzo de esta película también hay un segmento que muestra con maestría cómo se puede narrar y emocionar sin palabras. 10 Aires.
-“Che (Guerrilla)”: Steven Soderbergh terminó su díptico sobre el Che Guevara con esta película tan detallista e interesante como la primera parte (pero probablemente más interesante). Benicio del Toro sigue siendo el actor perfecto para este biopic atípico que respeta los idiomas de los sucesos que cuenta por más que su director sea yanqui. Es que, como dije ante el estreno de “El argentino”, Soderbergh podrá hacer cosas cuestionables cada tanto pero es admirable el profesionalismo que le mete a todo lo que agarra y la heterogeneidad de sus proyectos. La caída del Che se narra con algo más de romanticismo que el que tenía la primera parte (el suficiente como para incluir una toma subjetiva desde su punto de vista en el momento de su muerte, y para que unos minutos después suene “Zamba de Valderrama” en la voz de Mercedes Sosa). 9 Aires.
-“Transformers: la venganza de los caídos”: hace un año dije que “Borat” era el peor insulto a la inteligencia estrenado en mucho tiempo, pero ahora el puesto lo toma esta secuela del éxito del 2007 sobre la guerra de los robots alienígenas en la Tierra. Salvo por la entretenida “La roca”, ya sabíamos que Michael Bay no tenía criterio artístico para elegir lo que pone en pantalla, pero aquí el tipo se excede mal. Todo lo que vemos apela al denominador común más bajo de los espectadores: música machacona que de repente se vuelve insoportablemente solemne, chistes sexuales que sorprenden por su casi explicitez, un uso modernoso de la fotografía y el montaje que ni siquiera deja disfrutar de las escenas de acción, tomas en las que los aviones del ejército norteamericano se glorifican más que los propios robots, buenos efectos especiales desperdiciados por ser usados de manera nada emocionante (¿recuerdan lo intenso que era ver a los dinosaurios de Jurassic Park?), Shia LaBeouf queriendo interpretar a un pibe “normal” pero sin un grado de humildad (todo el tiempo su histrionismo llama la atención al hecho de que es un pibe gracioso envuelto en situaciones extraordinarias, lo cual actoralmente es un asco). Pura explosión (literal y metafóricamente), pero nada del placer sensorial que pueden dar otros blockbusters hollywoodenses. 1 Aire.
-“Harry Potter y el misterio del príncipe”: después del éxito estilístico de “Harry Potter y la Orden del Fénix”, los productores volvieron a llamar al mismo director para la sexta entrega de la saga del niño mago, y el tipo volvió a entregar un film con mucho criterio en el uso de los efectos especiales, la dirección de actores y un montaje que nos haga maravillarnos y divertirnos con ese mundo mágico. El problema es el guión en sí: si bien considero que la novela es la mejor de la saga, el film sólo deja conformes a los fans del libro, ya que en los hechos, y para hablar ligero, “pasa poco y nada”. Cada escena está bien, pero lo único verdaderamente interesante ocurre en la última media hora, y el film en su totalidad no tiene ninguna unidad (a diferencia de la novela, que, por su naturaleza librística, tiene más margen y posibilidad de cohesionar las partes, y por tanto no termina dejando al lector la sensación de que la aventura faltó a la cita). 6 Aires.
-“Enemigos públicos”: después de la impresionante sucesión de “El último de los mohicanos”, “Fuego contra fuego”, “El informante”, “Muhammad Alí” y las subvaloradas pero brillantes “Colateral” y “Miami Vice”, Michael Mann entrega su primer film “no tan buenísimo” en mucho tiempo. Johnny Depp está bien como el ladrón de bancos John Dillinger, y Christian Bale por suerte abandona su sufrida autoimportancia como el agente que quiere apresarlo. Y Mann vuelve a demostrar su maestría en el uso del sonido, la fotografía, el montaje, la dirección artística y la filmación digital. No hay nada particularmente mal en la película, excepto que la historia se sigue con menos interés y pasión que los que uno supondría de antemano. La excepción es la muerte de Dillinger, montada de la manera tensa que Mann sabe hacer tan bien. 8 Aires.
-“G.I. Joe: el origen de Cobra”: luego de la autoinflada “Van Helsing”, Stephen Sommers se redime un poco con esta adaptación de la serie televisiva sobre un grupo comando que combate al mal. Muchos dirán que estoy loco, pero le encuentro dignidad a esta película. Por un lado, se nota algo de interés en la construcción de los personajes (incluso se inventa un pasado para muchos de ellos que explica sus condiciones actuales, lo cual para los fans podrá ser un psicologismo criticable pero yo creo que es una elección válida que funciona dentro de la película, y permite, por ejemplo, que veamos al “ninja bueno” y el “ninja malo” enfrentarse ya de niños en una escena delirante donde uno de ellos tiene tanto hambre que no puede parar de comer aún mientras pelea). Por otra parte, también se percibe que las escenas de acción se crearon de modo de que uno entienda lo que sucede en pantalla y logre maravillarse con tanta espectacularidad (la persecución en París se disfruta bastante). El protagonista Channing Tatum no tiene carisma, pero al menos su actuación mantiene un nivel deadpan de bajo perfil (que contrasta, por ejemplo, con el boludeo de Shia LaBeouf en “Transformers 2”). Los contras: un horrible cameo de Brendan Fraser y la confusión que presenta la batalla submarina del final. 6 Aires.
-“El secreto de sus ojos”: como cada tanto sucede, una película argentina arrasa con la taquilla, y en este caso por suerte se trató de una que recibió (merecidas) buenas críticas. Por primera vez en quizás diez años, Juan José Campanella deja de lado el sentimentalismo de barrio y se mete con un argumento más universal y oscuro, la historia de un hombre que recuerda un complicado caso criminal que marcó su vida y la de sus seres queridos. Como dijo todo el mundo, Ricardo Darín y Soledad Villamil vuelven a destacarse, y Guillermo Francella sorprende en un rol atípico para su carrera y magistralmente interpretado más allá de quién sea el actor. El resto del elenco también funciona a la perfección (incluso el criticado Javier Godino): todos logran que los diálogos craneados al milímetro por Campanella (con un evidente conocimiento del timing del cine clásico) se sientan espontáneos. Y muchos dijeron que la increíble toma de cinco minutos que recorre gran parte de la cancha de Huracán fue un toque exhibicionista que no concordaba con el feeling del film, pero para mí el momento en que ocurre esa toma se merece esa espectacularidad. Lo que encuentro criticable es que cierta elección ética de algún personaje hacia el final no es cuestionada por el protagonista, que supuestamente es el centro moral de la historia. Aún así, 8 Aires.
-“Arrástrame al infierno”: con “El Hombre-Araña” (y más con su secuela), Sam Raimi se había mostrado apto para hacer blockbusters con pasión, pero en la tercera parte de esa saga el tipo se desbarrancó y entregó una gran decepción. Así que ahora parece haber vuelto a sus inicios, cuando filmaba sin actores de renombre, con menos efectos especiales y con más cuidado en los climas y el humor negro. Para conseguir un ascenso en su trabajo, una joven le niega un préstamo bancario a una anciana, que luego le hecha una maldición de la que la protagonista intenta librarse los días siguientes, antes de que sea demasiado tarde... La película es toda una montaña rusa de emociones a puro ingenio y talento directorial. Y la música de Christopher Young es toda una revelación. 10 Aires.
-“Sangriento San Valentín 3-D”: por un lado, esta remake del clásico de terror “My bloody Valentine” tiene un buen ritmo y un aprovechamiento inmersivo del 3-D. Pero por otra parte, los personajes generan cero interés, sobre todo el protagonista. El espíritu ochentoso es bienvenido (hasta hay un desnudo femenino que, sorpresivamente, dura varios minutos), pero si nadie nos genera empatía, sólo vemos la película por los climas y las escenas de asesinatos, que, sí, están bien, pero no son nada del otro mundo. 5 Aires.
-“El destino final”: otra de terror en 3-D. La cuarta entrega de esta saga vuelve a ser dirigida por el gran David R. Ellis, que hizo la jugosa segunda parte además de las trasheras (en el mejor sentido) “Celular” y “Terror a bordo”. Pero este film resulta el peor; no es que antes la saga haya entregado actuaciones modélicas, pero los personajes generaban algún mínimo interés, mientras que aquí parecen estar actuando mal a propósito (y no, no queda bien). Y las muertes, salvo una o dos, no son tan imaginativas como en las anteriores películas. Del mismo modo, el 3-D parece usarse sólo como un juguetito para esas escenas, lo cual desperdicia la técnica en el resto del film. 4 Aires.
-“El vestido”: nunca está de más ver una película con Antonella Costa, ya que, más allá de la calidad del film en cuestión, ella siempre entregará ese magnetismo especial que va un poco más allá de su rara belleza. Claro que, siendo ésta una película donde había varias escenas de sexo, seguro que lo digo no será tomado en serio y me acusarán de que la vi sólo por ese motivo, pero no, les juro que no sabía... Bueno, la cosa es que estoy de acuerdo con lo que decían muchas críticas: este film tiene todos los clichés de típica película sesentista enigmática, pero de alguna manera se bancan (hasta la música de Diego Frenkel, a pesar de repetir pretenciosamente un mismo leitmotiv una y otra vez, no cansa, sino que llega a caer simpática). Quizás por sentir que cada integrante del reparto se tomó el trabajo en serio (y que el proyecto parece verdaderamente personal), la película me gustó, y le doy unos 6 Aires.
-“La huérfana”: del director de la muy buena y subvalorada “La casa de cera” llega otro buen film de terror. Ésta, además, tuvo buenas críticas. El argumento es típico: una familia adopta a una niña huérfana que parece angelical pero irá develando poco a poco que es capaz de hacer las cosas más terribles. Quizás le sobren algunos minutos, pero la buena construcción de personajes y de climas nos agarran y no nos sueltan por dos horas de puro entretenimiento. Y la joven “huérfana” protagonista es un prodigio, que además justifica con su macabro encanto la atracción que podamos sentir hacia ella (aunque no seamos pedófilos). 8 Aires.
-“Te amaré por siempre”: raro film que cuenta una historia de amor entre una mujer y un hombre que, por inexplicables condiciones físicas, no puede evitar saltar en el tiempo involuntariamente. Por suerte la película reduce al mínimo la sorpresa de ese aspecto fantástico: no se pierde tiempo en una explicación para cada nuevo personaje que se entera de la condición del protagonista, sino que el film elige en su mayor parte lidiar con las consecuencias de esos conocimientos. Como se ve, esta historia de un amor posible pero dificultoso se asemeja en parte a “El curioso caso de Benjamin Button”, pero tiene menos pretensión y más corazón. Eric Bana y Rachel McAdams son los protagonistas perfectos. Hay algo de poesía en la manera en que el tipo aparece y desaparece repentinamente, en el modo casual en que esto se acepta en su círculo de conocidos y en ese bello comienzo donde se consuela a sí mismo por no poder evitar la muerte de un ser querido. 7 Aires.
-“Sector 9”: cuando se estrenó esta película de ciencia ficción se remarcó en todos lados que su aspecto “documental” apoyaba el costado metafórico: los extraterrestres varados en Johannesburgo y humillados por los medios representaban a todas las minorías que los poderosos (no sólo USA) han desclasado por siempre, en particular durante al apartheid africano. Por supuesto, para que el film funcione, tiene que haber más que una metáfora; los personajes y eventos tienen que ser interesantes por sí mismos, y no como representación de otra cosa. Por suerte, el protagonista se vuelve cada vez más real y entrañable a medida que transcurre el metraje y se desarrolla una trama propiamente dicha. Lamentablemente, es el único personaje interesante, pero podría decirse que con eso alcanza. Incluso el hecho de que los aliens no generen tanta empatía es una decisión respetable, ya que si fuera así sería más fácil “aceptar al diferente”, y la idea es que veamos la injusticia más allá de la cara del sometido. Lo malo de esta no-identificación con ellos es que, cuando en su segunda mitad el film se transforma en una película de aventuras en la que el humano protagonista y un alien se ayudan mutuamente, ahí sí haría falta que nos interese el destino del extraterrestre. Ah, por cierto, los efectos especiales están muy bien. En resumen, con sus pros y contras, este atendible aunque algo inflado film llega a los 6 Aires.
-“Bastardos sin gloria”: otro film-evento de Quentin Tarantino, que llega a las alturas míticas de “Pulp fiction” y la saga “Kill Bill”. De hecho, cuando el personaje de Brad Pitt dice “Ceo que esto que acabo de hacer es mi obra maestra”, bien podría entenderse que el que lo dice es el propio Tarantino, con poca humildad pero totalmente justificado. El tipo logró trasladar a su estilo una típica “película de guerra” de las que se hacían medio siglo atrás en las que un grupo de héroes debía enfrentarse a los nazis. Por supuesto, los personajes son de lo más jugosos, ya sea que estén interpretados por caras famosas o no (se lucen especialmente los hasta ahora no tan conocidos Christoph Waltz como un temible y carismático “cazador de judíos” y Melanie Laurent como la bellísima, mítica y vengativa Shosanna Dreyfus). Tarantino sigue logrando tensión a partir de un simple diálogo bien actuado y sigue mostrando su maestría en montar imagen y música como nadie (el comienzo, con “The green leaves of summer” de Dimitri Tiomkin, ya nos avisa que nos esperan dos horas y media de placer cinematográfico). Como era de esperar, su (re)visión pop de hechos reales tan serios fue bastante criticada, pero no por mí. Por un lado, el film se inscribe claramente dentro del cine de género, con un estilo fuerte pero muy estilizado que la aleja de la realidad y deja en claro que no puede haber falta de respeto posible a los que verdaderamente sufrieron esa época. Por otra parte, con su particular venganza furiosa hacia los nazis, Tarantino de alguna manera ejecuta algún tipo de “justicia artística”. Seguí así, Quentin, entregándonos estas intensas bellezas scope. 10 Aires.
-“Lluvia de hamburguesas”: con ese poster y ese trailer, nadie daba dos mangos por este film animado en 3-D de los estudios Sony. Primera sorpresa: los personajes generan empatía, no son simples acumulaciones de chistes tontos o poses cool como en los films de Dreamworks. Segunda sorpresa: los chistes no consisten en alusiones a otras películas o a la cultura pop para que disfruten los mayores, sino que fluyen naturalmente del relato. Tercera sorpresa: el efecto 3-D está bien usado, no se “arrojan cosas al espectador” sino que más bien se propone una fisicidad muy tangible y acorde al argumento del film, según el cual vemos enormes alimentos que caen del cielo, primero como una bendición y luego como un peligro catastrófico que genera vértigo, sí, pero un vértigo feliz y bien filmado. Ah, y cuarta sorpresa: hay un saludable rescate de lo nerd. 8 Aires.
-“Las viudas de los jueves”: Marcelo Piñeyro vuelve a desbarrancarse con la adaptación de una novela de culto actual sobre el submundo de los countries durante la debacle del 2001. Lo que se siente al ver el film es más una intención que una película (y una intención pretenciosa, lamentablemente). El diseño de personajes es grosero al punto de no generar interés, salvo quizás en las performances de Leonardo Sbaraglia, Ernesto Alterio y Juana Viale (pero no por lo bien delineados que puedan estar sino por la veracidad que le imprimen los intérpretes). Pero hay un halo de autoimportancia que sobrevuela la película, y que resulta bastante molesto. 4 Aires.
-“Boogie, el aceitoso”: como adaptación de la historieta, este film animado en 3-D logra ser fiel al comic original y al mismo tiempo ampliar sus horizontes para aprovechar todo lo que pueda dar el ámbito cinematográfico. Pablo Echarri y Nancy Duplá salen airosos en la empresa de poner voces bien yankis y casi irreconocibles para contar una historia ambientada en ese submundo noir heredado precisamente de la literatura y el cine de USA, que sin embargo le agrega de forma muy natural el espíritu “Fontanarrosa”. Boogie es malo, muy malo, y su mundo es oscuro; sorprendentemente la película respeta eso a rajatabla y entrega una violencia lúdica e inédita para estos pagos. También hay citas a films clásicos, pero no están presentadas con cancherismo sino para afirmar la pertenencia de la película a muchas tradiciones, y al mismo tiempo mostrar cómo Boogie logra apropiarse de esas imágenes icónicas y hacerlas suyas. Otra particularidad del film es que se podía ver en formato 3-D: esa versión tenía verdadero criterio artístico y hasta acentuaba el aspecto “historietil” de la experiencia. 7 Aires.
-“[Rec] 2”: la primera era una sorpresiva montaña rusa de terror, de los mejores y más intensos films del género que he visto. La secuela no vale mucho la pena. Sus pocos méritos (su eficacia climática, digamos) son herederos de las virtudes de la primera parte, y la estructura es una copia de aquella que trata de agregar algún aspecto novedoso por aquí y por allá sin éxito. De hecho, así como muchas continuaciones expanden la trama del film original presentando aspectos insospechados, esta película también lo intenta, sólo que lo único que logra es arruinar el argumento cerrado de la primera parte. Recuerdo una sola escena que daba verdadero terror por lo que sugería que ocurriría a continuación. Del resto del metraje, sólo el final es relativamente interesante, pero para llegar hasta ahí hubo que pasar por muchas arbitrariedades narrativas que disminuyen bastante el disfrute. 5 Aires.
-“Los abrazos rotos”: después de varios años en los que me perdí de ver en cine los films de Pedro Almodóvar, esta vez me apuré para presenciar uno de sus recargados y coloridos melodramas en pantalla grande, como debe ser. Muchos dijeron que aquí el tipo empezó a dar muestras de poca originalidad, ya que el argumento parece bastante autorreferencial: el protagonista es un director de cine que recuerda la época en que filmaba una delirante comedia, bastante similar a “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. De todos modos, eso es sólo un punto de partida: las vicisitudes amorosas que vive el tipo con la actriz que encarna Penélope Cruz constituyen el grueso de la película, y todo lo que sucede alrededor de ellas es lo suficientemente jugoso y pasional como para que ni nos preguntemos si es original o no. Y la Penélope está mas estrella, diva, bella, actriz y carismática que nunca, siguiendo con la buena racha de films que saben aprovecharla (“Volver”, “La elegida”, “Vicky Cristina Barcelona”). Con este film me di cuenta de que Almodóvar es el Brian De Palma español: nadie filma con esa mezcla de clasicismo y conocimiento de cómo usar el montaje, la fotografía, la música y las actuaciones para meternos en un mundo intenso y “bigger than life” (y de hecho, la música de su compositor fetiche, Alberto Iglesias, recuerda a las bombásticas y melancólicas melodías de los films de De Palma). Esto no tendría ninguna importancia si no fuera porque De Palma es mi director favorito, como habrán sospechado. Me fui de tema: a “Los abrazos rotos” le doy 8 Aires.
-“Cuestión de principios”: otra película relacionada con Fontanarrosa, en este caso él colaboró en el guión. Un hombre de la tercera edad se niega a venderle un raro ejemplar de una revista a su jefe por más que éste le ofrezca mucha plata; esto lo hace ver como “el rey de la dignidad”, lo cual genera una guerra psicológica con su jefe. A pesar de los afiches y de la sensación que podría dar la descripción del argumento, la película no es mala ni es “televisión en pantalla grande” (bueno, un poco sí, pero no tanto). Federico Luppi nos recuerda que puede ser un gran actor (su performance incluso es distinta a lo que esperaba de él), y Norma Aleandro muestra una vez más que, si está bien dirigida, su interpretación no parecerá pretenciosa. El único que no zafa tanto es Pablo Echarri, aunque parezca haber nacido para hacer del joven hombre de negocios que no quiere perder bajo ningún punto de vista. Un film al menos interesante, aunque me estoy olvidando de él muy rápidamente. 6 Aires.
-“Identidad sustituta”: del subvalorado Jonathan Mostow (director de las subvaloradas “Terminator 3” y “U-571, la batalla del Atlántico”) llega este film basado en una historieta con un feeling a lo Philip Dick, ambientado en un futuro donde los seres humanos usan avatares robóticos para comunicarse (algo así como la realidad virtual hecha real). Como Bruce Willis es el protagonista, sospechamos que la película irá volcándose cada vez más hacia una defensa de los cuerpos gastados, imperfectos y “reales” en detrimento de lo artificial y perfecto. En efecto, así sucede. La excusa es una trama policial en la que él y su compañera deben desentrañar un asesinato, pero lo raro del film es que, siendo muy interesante y sin tener nada particularmente criticable, decepciona un poco por el simple motivo de que es muy corto. Vale la pena y entretiene con buenas armas, pero podría haber sido mucho más. 6 Aires.
-“El último verano de la boyita”: superando definitivamente a su debut directorial “Hermanas”, Julia Solomonoff dirige su segundo film con más sutileza y espontaneidad al mismo tiempo. Y con una dirección de actores más lograda: antes estaban las consagradas Ingrid Rubio y Valeria Bertuccelli, pero sus diálogos se sentían muy guionados y actuados, mientras que ahora hay dos chicos ignotos que se la bancan con soltura y un carisma kilométrico. La protagonista principal es una niña, que vacacionando en el campo entabla amistad con un chico que labura ayudando a sus padres. La relación que se establece entre ellos guarda algunos puntos de contacto con “XXY”, pero la película de Solomonoff es bastante menos sensacionalista, lo cual se agradece. 8 Aires.
-“Fantasma de Buenos Aires”: película argentina que intenta encuadrarse dentro del género de la comedia fantástica que supieron cultivar films norteamericanos como “Hay una chica en mi cuerpo” o “El cielo se equivocó”. Un grupo de amigos invoca involuntariamente el espíritu de un malevo de comienzos del siglo XX, que pasa a interactuar con (y poseer de a ratos) el adolescente protagonista, un muchacho que hasta el momento en que empieza a desarrollar esa pseudoesquizofrenia parece un actor de madera, pero de ahí en adelante se devela como un performer con buen timing para jugar dos papeles al mismo tiempo. Todavía no termino de decidir si la película se considera a sí misma una gran comedia (en cuyo caso es un film bastante fallido, ya que no llega nunca a grandes alturas) o si es un laburo humilde que simplemente intenta revitalizar un género con cariño (en cuyo caso es un acierto). Mientras me sigo debatiendo, le doy 6 Aires.
-“Luna nueva”: la secuela de “Crepúsculo” es ligeramente mejor que aquella. Remplazaron a la directora Catherine Hardwick por Chris Weitz (que decepcionó hace dos años con “La brújula dorada” pero antes supo entregar una joya como “Un gran chico”), trajeron al gran Alexander Desplat para elevar el nivel de la música a límites insospechados, se deshicieron del insulso Rob Pattinson durante buena parte del metraje, el ritmo está un poco mejor trabajado y hasta se podría decir que hay una o dos escenas que generan algo de interés (aunque una es mérito único de Dakota Fanning, luciéndose en un papelito de villana que dura unos pocos minutos). Por lo demás, el argumento sigue siendo tan ridículo como antes y la protagonista Kristen Stewart se mantiene nuevamente en ese limbo que va entre un carisma natural y una insoportabilidad adolescente llena de mohines que supuestamente la hacen más “real” (ah, pero el que hace de su padre sigue siendo un copado). 4 Aires.
-“500 días con ella”: desde hace un tiempo estamos en el auge de las comedias románticas melancólicas cuyos protagonistas son tan pertenecientes a la cultura pop que resulta imposible no identificarse con sus pasiones y penurias. Mientras no sea una pose (es decir, mientras el espectador, o sea, yo, sienta que hay sinceridad en el asunto), entonces está todo bien con este subgénero, y éste es el caso. La empatía que genera el enamoradizo personaje de Joseph Gordon-Lewitt es inmediata, más cuando lo vemos metejonearse con esa belleza inalcanzable y real al mismo tiempo que es Zoey Deschanel. Y además de estos dos buenos actores hay citas a Ingmar Bergman y hasta una escena musical. ¿Cómo no disfrutar de esta película? Ah, me olvidaba de lo fundamental, que es la estructura del film: una no-cronología que salta de etapa en etapa avisándonos en qué día de la relación nos encontramos cada vez. No, no resulta confuso, al contrario: es un procedimiento que señala relaciones entre diversos momentos de la vida de una pareja, y al hacerlo crea nuevos discursos (emocionales, causales, estilísticos), como también lo hacía la no-cronología de “Memento”. 8 Aires.
-“Terror en la Antártida”: Kate Beckinsale es otra joven actriz que, cuando está bien dirigida, muestra que puede ser algo más que una cara bonita. Pero está desperdiciada en esta adaptación de una historieta de misterio ambientada en la Antártida dirigida por Dominic Sena, que había entregado “Kalifornia”, luego había perdido un poco el rumbo con “60 segundos” y luego había vuelto a la diversión con “Swordfish: acceso autorizado”. Parece que la progresión sigue su curso y el tipo volvió a perder el rumbo... Sin tener nada especialmente malo, la película es aburiiiiiida, y no la salvan ni la belleza del paisaje ni la actuación de Tom Skerrit. 4 Aires.
-“Los fantasmas de Scrooge”: la última película no animada del otrora grandioso Robert Zemeckis fue “Náufrago”, hace casi diez años. Desde entonces el tipo se volcó a los films de dibujos animados que usan la técnica de motion capture: los actores usan trajes con sensores que luego transmiten esos movimientos a personajes generados por computadora. Esto hace que el actor no sólo ponga su voz, sino también toda su expresión corporal. Lamentablemente, hasta ahora no hubo imaginación para plasmar los rostros de los personajes: “El expreso polar”, “Beowulf” y “Los fantasmas de Scrooge” han creado avatares que imitan casi a la perfección la fisonomía facial de los actores involucrados, pero ¿para qué? Por un lado, es un desperdicio del formato de animación, donde justamente se pueden crear imágenes totalmente distintas a las reales. Y por otro lado, los personajes parecen maniquíes, ya que no se ha logrado darles una expresión vital a los ojos. Es tétrico y hasta vergonzoso. Más allá de eso, esta adaptación del clásico relato de Charles Dickens sorprende por su fidelidad al original y por algún que otro aspecto imaginativo (la representación del fantasma del pasado y el hecho de que todo el segmento que lo incluye, de unos 10 o 15 minutos, es una sola toma). Pero en un momento desbarranca mal: cuando parecía que la técnica estaba usada con criterio (tanto la motion capture como el 3-D) llega una escena totalmente innecesaria y hecha por puro exhibicionismo de efectos especiales, que encima aburre y no genera el vértigo que intenta lograr. Con sus más y sus menos, lo dejamos en 5 Aires.
-“2012”: aquí está, ésta es. Un ejemplo perfecto de blockbuster hollywoodense aceptable, emocionante de a ratos, entretenido y un poco más interesante a nivel sociológico que lo que la gente cree. Nótese que dije “un ejemplo perfecto de blockbuster” y no “un ejemplo de perfecto blockbuster”. Esta película no es como las gloriosas aventuras que dirige Steven Spielberg o que filmaban John Huston o Howard Hawks. Pero ciertamente no pertenece a la categoría de basura fílmica irredimible y sin criterio que suele hacer, por ejemplo, Michael Bay (“Bad boys”, “Armageddon”, “Transformers”). Aquí el alemán Roland Emmerich vuelve al género catástrofe y le sale una película similar en muchos aspectos a “El día después de mañana”, por ejemplo en el disfrute de su clasicismo y en un desarrollo de personajes que al menos nos engancha a ver cómo se salvan (si es que se salvan...). Y, por supuesto, hay muchas escenas de esas “larger than life” que justifican el precio de la entrada (un escape en auto a través de una ciudad que se va cayendo a pedazos es particularmente grandioso). Esta vez, como protagonista creíble y querible contrataron a John Cusack, cuyo carisma aguanta pero tampoco se luce tanto. 7 Aires.
-“Gallero”: estrenada solamente en el Malba, esta película de Sergio Mazza hace recordar un poco a los clásicos films rurales de Leonardo Favio. Al principio parece que la película será una obra ascética con un estilo semidocumental y un argumento mínimo, pero poco a poco nos vamos enterando que no es así. El argumento es nada menos que la relación entre dos personas, y hacia el final agarra para ribetes inesperados que ni te cuento. Básicamente me quedé con sentimientos opuestos: una buena película que no me provocó mucho y por tanto fue olvidada por mi cerebro al poco tiempo. 6 Aires.
-“Actividad paranormal”: una de esas películas de terror de bajo presupuesto promocionadas como “la gran cosa nueva”, como le pasó a “El proyecto Blair Witch” hace diez años. De hecho, otra semejanza con aquel film es que se trata de un caso de “found footage”, es decir, lo que vemos es lo que uno o varios de los personajes filman con una cámara. En este caso es la historia de una pareja que sospecha que su casa puede estar embrujada, pero, como vivimos en tiempos muy modernos, el hombre descree de lo sobrenatural y tienta al destino filmando todo con una cámara y una actitud sobradora que sospechamos podría enojar a los hipotéticos demonios... Las actuaciones son creíbles (y muy soportables teniendo en cuenta que en este tipo de films se les suele pedir a los actores que dialoguen con “naturalidad”, lo cual puede provocar desastres). Y los momentos tensionantes realmente funcionan; el problema es que son sólo dos o tres y, si bien son terroríficos, no alcanzan como para que uno otorgue grandes elogios al film. Básicamente, la película en su totalidad no es esa “gran cosa nueva”, sólo tiene destellos de genialidad aquí y allá que no la elevan a más de 6 Aires.
-“Criatura de la noche (Vampiros)”: finalmente se estrenó (¡y en fílmico!) esta tan esperada película sueca de terror sobre la cual venimos leyendo críticas muy elogiosas hace más de un año (lástima que de su sugerente título internacional, “Let the right one in”, no quedó nada). En realidad, a pesar de que el género del film sea el terror, la intención no es provocar miedo en el espectador, sino contar una historia que tiene aspectos fantásticos: un niño de padres separados conoce a una niña misteriosa y entabla con ella una relación emocionante y al mismo tiempo provechosa para ambos... y no digo más para no develar nada a los que no todavía no sepan más del argumento. Con una fotografía exquisita y actuaciones superlativas de los jóvenes actores, esta película avanza con humildad y demostrando que el género puede usarse para hacer films que no sólo no sean tontos sino que además sean conmovedores. 10 Aires.
-“Eden Lake”: otra de terror, y está sí mete miedo. Pero no a partir de monstruos ni asesinos seriales; aquí el miedo viene de sentir que lo que vemos en pantalla podría suceder en la vida real (y de hecho han ocurrido casos similares). Una pareja tiene la intención de pasar un par de días en las playas de un idílico lago, pero deben enfrentarse a una pandilla de chicos que parecen no tener nada mejor que hacer que molestar a los demás, llegando a límites insospechados. Tanto los protagonistas como los chicos entregan actuaciones muy creíbles, y eso separa a esta película de tantos films similares de la actualidad; como creemos lo que vemos, el terror es mayor (y hay un par de escenas que son particularmente terribles). La fotografía y el montaje son geniales para un director debutante; con respecto a la totalidad del film, hay que decir que cumple con el objetivo de perturbar al espectador. Lo hace con una violencia casi pornográfica, y todavía no decidí si considero eso un sensacionalismo innecesario o una forma estética que en este film sí está usada con seriedad y por lo tanto es aceptable (a diferencia de sagas como “El juego del miedo” o “Hostel”). Lo dejamos en 6 Aires. Pero no la vean si no quieren perturbarse.
-“Castro”: sabía que parte de este film de Alejo Moguillansky estrenado en el Malba había sido filmado en mi ambiente de trabajo, pero no reconocí el lugar al ver la película. Sí reconocí a algún que otro visitante ocasional de mi laburo (que resultó ser nada menos que el protagonista del film) y a la particularmente hilarante Carla Crespo, cuyo personaje está todo el tiempo buscando al Castro del título, y para eso se une a una banda de delirantes que practican el peor espionaje del que uno tenga memoria. Hay mucho de slapstick en las persecuciones y en los súbitos intercambios de medios de transporte que efectúan los personajes. Y hay un humor seco, veloz y “robótico” en los diálogos, propio de muchas comedias argentinas actuales (un despistado diría que las actuaciones son malas, pero tendría que estar muy despistado para no darse cuenta de que la intención del director fue darle ese tono a todo el film). Me sorprendí por la calidad de la proyección digital, y ciertamente no me sorprendí por lo singular de la película y por su precisa fotografía, ya que había leído comentarios al respecto durante meses. 8 Aires.
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