14 de
septiembre, estadio de GEBA. Vayamos
por partes: empecemos mencionando al artista soporte, Luciano Napolitanno, que esbozó sendos covers de su viejo, el
fallecido y mítico Pappo. Sin diplomacia pero con encanto, el tipo (que tiene
una voz igual a la de su padre) intercalaba frases como
“Aguante el rock and roll, carajo” y “Ésta es la mejor canción del mundo, qué hijo de
puta mi viejo”. Eso último era exagerado en mi opinión, viniendo antes de la
canción “El tren de las 16” , que será un clásico del rock local pero nunca consideraré la mejor canción del mundo. Como esa,
sonaron varios covers de Pappo (“No
obstante lo cual” de su etapa con Riff, “Sándwiches de miga”, “El
auto rojo”, “Hombre suburbano”)
y así el tipo logró amenizar un poco la hora previa al show del artista
principal. Terminó a las 20:20, y ahí nomás los plomos empezaron un largo
proceso de preparación del escenario que duró casi una hora, durante la cual el
público trató de amedrentar las inclemencias del tiempo con humor y buena onda
(la frase más escuchada fue “¡Dale, che, que tengo frío!”).
Finalmente,
a las 21:13 los diecisiete integrantes de la E-Street Band se hicieron
presentes junto a un tipo algo jovial de 63 años que llegó trotando y se calzó
la guitarra dispuesto a todo: sí, el mítico Bruce Springsteen estaba entre nosotros, veinticinco años después de
su anterior visita. Y su estadía actual tuvo un comienzo mágico con el cover del gospel tradicional “This little light of mine”. No es un hit
precisamente, pero fue algo representativo del hecho de que, no importara
cuánto conociera uno las canciones que sonaran esa noche, cada segundo fue 100%
disfrutable y glorioso. Cuando sonaban los beats finales de la batería, Bruce
gritó “One, two, three” y ahí nomás se vino “We take care of our now” del último disco (cuyo título-estribillo
fue coreado por el público como si fuera una vieja canción amiga) y otro de los
aspectos representativos del show: muchas canciones se sucedieron sin pausa, es
decir, en los instantes finales de una se daba comienzo a la siguiente, llegando
a haber pasajes de media hora en los que no había un segundo de respiro. Después
de este ejercicio de salto y grito popular vino el alegre, lúdico y emocionante
riff que anuncia el comienzo de “Badlands”,
uno de esos temones que uno podría esperar hacia el final de un recital (aunque
en este caso yo había leído que la suele hacer por el principio). Y después el
Jefe volvió a su último disco para cantar una con espíritu celta: “Death to my hometown”, con su típico
tamborileo que parecía una marcha de guerra. Otra característica de la
trayectoria de este músico, que se hace patente en esta canción: el tipo puede
hacer canciones pesimistas, pero a veces les mete una instrumentación y melodía muy “up” que las hace sentir más bien "celebratorias y bailables".
Los dos
temas siguientes fueron los no tan conocidos por mí “No surrender” y “Downbound
train”, durante el cual, como era de esperar, el Jefe rió cuando se vio
pasar un tren por el costado de GEBA. Después vino “Something in the
night” y, ya que estaba con la temática de la noche, al terminar Bruce
preguntó en perfecto castellano y con voz de predicador religioso: “Esta banda
ha viajado miles de kilómetros para hacerles una pregunta: ¿pueden sentir el
espíritu esta noche?”. Y volvió
a repetir la pregunta un par de veces más, transformando a todo el estadio en
una suerte de iglesia. El sentimiento era de epifanía, realmente: todos los
presentes nos sentíamos hipnotizados por este pastor del rock and roll, que se mandó con la vieja
y seductora “Spirit in the night”.
Durante este tema se lució el saxofonista Jake Simmons, sobrino del fallecido Clarence,
uno de los miembros más queridos y de más larga data de la banda. Jake y Bruce empezaron
a pasearse por las distintas pasarelas para acercarse al público, y ahí se
entendió la disposición de “porción izquierda-porción derecha” del campo; era para que el
tipo pudiera pasearse por el medio y estar lo más ecuánimamente cerca de todos
al mismo tiempo. No llegó al extremo de dejar que lo audiencia lo llevara en
andas, como leí que sucedió en Chile , pero casi. Este desvivirse
porque el público lo pase bien fue algo que hizo muy especial al show: a pesar
de que algunas frases en castellano (como “¡Hola, porteños!”) hacían recordar
la insoportable demagogia del Bono más moderno y temer lo peor, la actitud de
Bruce es distinta, porque en él es muy claro el disfrute y la sinceridad con
que hace las cosas (y además mi sensación es que en Bono importa más el gesto
mientras que en Bruce importa más el resultado, es decir, el disfrute
compartido de público y artista). La cosa es que después de esta explosión de
demagogia “bien entendida”, el tipo recogió varios de los carteles del público
en los que se pedían canciones específicas, los llevó detrás del escenario y
volvió con uno: “Cover me”, que a
continuación la banda pasó a interpretar. Uno de los temas menos interesantes
de la noche para mi gusto, al que siguió otro del cual opino lo mismo: “She’s the one” (ojalá que los fans no
me asesinen por sacrílego, sé que fueron canciones muy festejadas). Luego llegó
otra canción “por pedido de carteles”: “The
promised land”, una de esas joyitas de cuya existencia uno quizás se había
olvidado, y qué bueno fue redescubrirla en vivo. A continuación, una de esos
hits pop de los 80s en los que el tipo emulaba (muy bien) el groove de los 50s
y 60s: “Hungry heart”. Dejó que el
público cantara los primeros versos y aprobó en castellano: “¡Muy bueno, muy
bueno!”. Y del mismo disco vino otro tema que inauguró una tríada de canciones
más oscuras, que resultó uno de los grandes momentos de la noche. Primero fue “The river”, una de las mejores
canciones de su repertorio, en donde no sólo se lució en la armónica sino en su
desempeño vocal, tirando unos falsettos finales que parecían aullidos tímidos
de un lobo que lloraba en soledad (el silencio que
reinaba por parte del
público casi ponía la piel de gallina). Para los que, como yo, aman esa canción, la performance
merece ser linkeada: https://www.youtube.com/watch?v=pIGrVGxEb7Q
(la parte final con el elogiado falsetto empieza en 04:05). La segunda de esa
tríada fue “American skin”, una de
las sorpresas de la noche, ya que, siendo una “canción de temática social muy
específica”, sólo la hace en contadas ocasiones, pero el público se la sabía
bien y coreó con sentimiento el mantra “forty-one shots...” sorprendiendo al
propio Bruce. La tercera fue “Because
the night” (clásico que fue editado por primera vez por Patti Smith, a
quien también tuve la suerte de ver cantar este tema), y aquí el legendario
guitarrista Nils Lofgren se mandó un solo durante el cual empezó a girar como un trompo para
delirio de la platea. Quizás no dije hasta ahora que la mayoría de las
canciones del show eran muy “para saltar con emoción” y esta fue casi el súmum
de eso.
Después
volvió la “alegría” con “Darlington County ”
(que yo confundí con “Cadillac ranch”), durante la cual el tipo se volvió a
acercar a distintos sectores del público,
llegando incluso a treparse unos metros a la torre de sonido que se encontraba
en el medio del
campo para saludar a la parte de más atrás y que pudieran verlo mejor. Luego
vino “Shackled and drawn”, que, sin
ser un clásico ni mucho menos, es otra que merece linkearse por ser un resumen
perfecto del feeling general del recital, ya que el siguiente video muestra
bien de cerca el disfrute que obtienen (y generan) Bruce y los suyos por el
simple hecho de hacer música en vivo: https://www.youtube.com/watch?v=PIM-57WuWOU. Y siguiendo con
muestras bien representativas de la noche, se vino “Waitin'
on a sunny day”, un clásico moderno de esta gira, una canción que
es imposible no disfrutar en vivo, sobre todo cuando Bruce siempre hace subir a
un niño del
público para que cante una parte. En este caso el joven privilegiado no sabía
la letra, lo cual derivó en un momento de mucho humor tanto para el cantante como para la platea, y
eso también merece linkearse: en 03:40 de https://www.youtube.com/watch?v=KW4F8EKAj9o empieza ese mágico
momento. Luego vino “The
Rising”, nacida como canción esperanzadora
ante los atentados del
11-9-2001, y debo decir que musicalmente es de sus canciones menos interesantes
para mi gusto. Pero por suerte lo que siguió fue otra de sus glorias míticas: “Thunder road”. O sea, una de esas
canciones que son viejas, buenas y emocionantes y que parecen resumir vidas y
SER vidas enteras... El saxofón del final tuvo ese sabor agridulce de siempre
que hace sentir que algo bueno se está terminando, pero por suerte todavía
faltaba un trecho (y aquí debo hacer un paréntesis: no seré el primero en
decirlo, pero Bruce Springsteen es uno de los pocos rockeros que ha sabido
hacer un buen uso del saxofón en sus canciones, incluso en los 80s, década en
la que ese instrumento cayó en las bastardas garras del easy listening).
Finalmente llegó “Land of hope and
dreams”, que sirvió como un muy buen cierre del primer bloque del
show.
Pero la
cosa seguía, y menos mal: el feeling celta regresó con “We are alive”, una celebración de la vida y el legado que nos
dejan los muertos, y uno de los mejores momentos de la noche, que dio lucimiento
a toda la E-Street Band. Y, claro, faltaban muchas canciones míticas; con la
emoción de todo lo vivido, yo hasta había olvidado la existencia de varias de
ellas, así que de ahí en adelante el sentir “¡uau, cierto que está este tema!”
se hizo cotidiano. La primera de ellas fue “Born
in the USA”, generadora del gran malentendido entre Bruce y la Argentina:
los que no lo conocen creen que es un tipo patriotero y nacionalista por esta
canción y la portada del álbum homónimo, pero no saben que toda su trayectoria
fue una crítica al poder que malogra las condiciones de vida de la clase
trabajadora, y que incluso este tema también es eso. Por suerte, el público del recital no silbó la canción, cosa que yo temía;
arriba del escenario blandían las banderas
norteamericana y argentina , como para recalcar que en
el fondo no somos tan distintos. Más allá de mi aceptación de la canción,
musicalmente no me llama mucho, todo lo contrario de la que siguió, la
archimítica “Born to run”. Pocas
veces debo haber coreado algo tanto como
la frase “Tramps like us, baby, we were born to run”. En la parte final de esta
performance para atesorar, el tipo volteó la guitarra para dejarla con las
cuerdas hacia el público y se paseó por la pasarela para que los que pudieran
la arañaran, así que durante unos segundos lo que se escuchó fue algo impensado
en cualquier otro recital: la distorsión del público tocando la guitarra del
músico al que habían ido a ver (y eso puede apreciarse desde 03:41 de este
link: https://www.youtube.com/watch?v=Wy8iGiQjUac).
Acto seguido, Bruce volvió a los carteles que había recogido antes y sacó el de
“Bobby Jean”, otro tema que en
estudio no me había hecho mella pero en vivo se transformó en un recuerdo
impagable. Después vino otro “pop grasoso” que no es santo de mi devoción: “Glory days”. Aún así, la performance
se disfrutó, en particular por el despliegue de humor de Bruce y su eterno
ladero, el guitarrista Steve Van Zandt, que hasta hicieron algo así como
la versión 2013 del “a ver, a ver, cómo mueve la colita”. Y
luego, lo infaltable: Springsteen sacando a bailar a alguna jovencilla del público durante “Dancing in the dark”. En este caso
primero bailó unos segundos con una pelirroja y luego sacó a una que había
estado muy cerca mío y que tenía toda la pinta de “fan de Bruce” con bandana y
todo, al punto tal que el tipo le calzó una guitarra y la hizo rockear (o hacer
como que rockeaba) para delirio del público, que canalizó su deseo de cercanía
al artista con esta jovial avatar (desde 04:55 de https://www.youtube.com/watch?v=1RI-nMFwkvc
se ven las intervenciones de ambas muchachas).
Ahora sí,
la noche estaba por terminar. Durante otro tema mítico, “Tenth Avenue
freeze-out”, y mientras Bruce se acercaba a todos los sectores del público una vez más,
en las pantallas se vieron imágenes de Danny Federici y el ya mencionado
Clarence Simmons, dos recientemente fallecidos miembros de la E-Street Band.
Con todo el desgaste de energía de la noche y sus idas y venidas por el
recinto, Bruce bromeó gritando en castellano “¡No más, no más!”, pero por
supuesto que faltaba algún tipo de despedida oficial. En efecto, la última
canción con intervención de toda la banda fue “Shout”, el cover de los Isley Brothers, que se extendió durante
casi diez minutos durante los cuales el Jefe presentó a todos los integrantes
del grupo.
Y ese fue
el adiós de la E-Street Band, pero no de Bruce. El tipo hizo referencia a su
anterior visita prometiendo que esta vez volverá pronto, y dijo que tenía
preparada una canción en castellano pero no quería estropearla después de todo
ese ruido (“fuck it up after all that noise” fueron sus palabras exactas). Así
que prometió subirla a su web al día siguiente y dedicarla a Argentina ; ese tema resultó ser
“Sólo le pido a Dios” de León Gieco. En compensación, eligió para cerrar la
noche en solitario algo con un feeling parecido, una performance acústica y
casi bobdylanesca de “This hard land”,
otra oda a la clase trabajadora que recordó mucho a su álbum “The ghost of Tom
Joad”. Y con esa plácida despedida se fue, dejando a todos maravillados por
esas tres horas y veinte minutos de felicidad plena, y casi podría asegurar que
el 90% de los que tenían alguna duda ya saben con certeza que alguna vez en la
vida querrán volver a presenciar un recital de este tipo. Es posible que la
abundancia de adjetivos de esta reseña no dé una muestra verdadera de los sentimientos
que provocó el show, así que linkeo otras críticas que han hecho un buen
trabajo en describir las sensaciones que dejó el recital, que fue (junto con
el de Crosby, Stills & Nash en el Luna Park en el 2012) el mejor que vi en
mi vida.
4 comments:
ME GUSTÓ MUCHO TU RESEÑA, ES BIEN DESCRIPTIVA, Y ADEMÁS LA MAYORÍA COINCIDIMOS EN LO MISMO, FUE UN ANOCHE DE DISFRUTE TOTAL Y UNO DE LOS MEJORES SHOWS QUE PRESENCIAMSO EN NUESTRAS VIDAS. PARECE QUE VUELVE EN 2015, Y SEGUROLO VAMOS A DISFRUTAR, PERO COMO ESTA CREO QUE NUNCA, MAS QUE NADA POR LA ANSIEDAD!!! VOY A COMPARTIR ESTE POSTEO TUYO EN EL FACEBOOK DE GREETINGS FROM ARGENTINA, EL FANS CLUB OFICIAL DE BRUCE EN SUDAMERICA PARA QUE PUEDAS TENER MAS LECTORES. aDEMÁS, NOTÉ QUE BORN IN THE USA NO ES UNO DE TUS DISCOS PREFERIDOS, CON CUÁL EMPEZASTE A ESCUCHAR A BRUCE?
y ya que está te linkeo un programa especial sobre Bruce que hice el año pasado en mi ciclo CORTINAS EN LA RADIO!
http://www.spreaker.com/user/cortinas/36_bruce_springsteen_mp3
Lo conocí por canciones sueltas, a partir de los típicos videoclips de sus hits que pasaban por cable a comienzos de los 90s, a mis 12/13 años. El primer álbum que escuché entero fue "The river", recién en 1998.
Con respecto a "Born in the USA", simplemente creo que tiene un par de temas (como el tema homónimo y "Glory days") que me parecen poperos de una manera que no me atrae particularmente (me refiero sólo a lo sonoro, no a las letras), en contraposición con decenas de canciones de Bruce que sí me llegan al alma. Y tiene otros que, aún sin tener ese sonido popero, tampoco me atraen tanto ("Cover me", "Darlington County", "Working on the highway"), por eso en vivo hubiera preferido que llenara esos lugares con glorias como "Jungleland", "Atlantic City" o "Prove it all night". Aun así, de "Born in the USA" me fascinan "Bobby Jean" (a la que antes no le daba tanto bola), "I'm on fire", "Dancing in the dark" y "I'm going down". Quizás me falta la aclaración de que antes del recital era un "fan 70%" de Bruce y hoy soy un "fan 100%" pero todavía sin conocer al dedillo todos los rincones de su discografía.
Gracias por tu link, voy a escuchar tu programa!
born in the usa es su disco mas comercial,y además el disco con el que lo descubrimos muchos que en esa epoca teníamos 13 años, por eso tiene un significado especial y creo que por eso tocó varias canciones de ese disco, cuando vuelva creo que su repertorio va a ser otro. si vamos al disco que mas hondo me llegó ese es sin duda DARKNESS ON THE EDGE OF TOWN.
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